Defensa noviolenta: criterios para su construcción


1.-  El batiburrillo terminológico

Defensa noviolenta, defensa de base civil, defensa social, defensa civil, defensa por resistencia civil, defensa popular noviolenta, autodefensa noviolenta, defensa alternativa.  La terminología nos abruma, nos distrae, nos despista y nos confunde.  ¿Cuál es mejor, cuál deberíamos elegir?  ¿Cuáles son las diferencias y las semejanzas?

¿Sabríamos con cual quedarnos, cómo podríamos elegir entre ellas y qué criterios aplicaríamos para elegir? 

Sin embargo, hay que tener en cuenta, por un lado, que es lógico que exista tal variedad de denominaciones para la idea básica de dar una alternativa noviolenta a la defensa militar:

  • algunos de estos términos son propios de determinados autores, o países, o momentos históricos
  • no ha solido existir coordinación entre los autores que proponían sus ideas de defensas alternativas noviolentas
  • también puede ser un obstáculo la habitual egolatría de cada personalidad que entiende, prima facie, que su propuesta aporta más que las demás
  • toda esta diversidad quizá indique una cierta vitalidad en el mundillo noviolento y un participativo debate propositivo

Pero, por otro lado, como se decía al principio del artículo, todo esto puede llevar a confusiones e, incluso, a confrontaciones o a mantener posturas poco dialogantes entre las diferentes “corrientes”.

Por ello nos parece interesante hacer un estudio del asunto que prime los puntos de unión y coordinación para avanzar juntos en la defensa noviolenta.

influencias

2.-  Las influencias

Cuando uno comienza a investigar sobre alternativas noviolentas a la defensa militar se suele encontrar con tres corrientes de pensamiento que influyen en este debate:  la que proviene del mundo académico, la que proviene del mundo activista y la que proviene del concepto de seguridad humana del PNUD.  Todas, en nuestra opinión, tienen parte de razón y mucho que aportar, aunque también tienen flancos más débiles y puntos que corregir.  Además, la solución a dichas carencias es ciertamente fácil:  la coordinación.

2.1.-  La influencia del mundo académico

En el tema de las defensa noviolentas no existen demasiadas propuestas del sector académico en castellano.  Hasta el momento han preferido centrarse en la obvia y necesaria crítica al militarismo y sus excesos, y en cuanto a presentar alternativas aplicables a la política militarista de defensa en general, no han concretado propuestas.  Por lo tanto, en castellano, no existe un corpus que concrete en el caso del Estado español propuestas de defensa noviolenta. 

Tampoco hay un esfuerzo, desde el lado académico de traducción y divulgación de materiales de otros idiomas.  Y también hay que reconocer que las ideas sobre alternativas noviolentas a la defensa militar no son muy abundantes en cualquier otro idioma. 

Por otro lado, ha solido ocurrir que los investigadores que se han especializado en el asunto de las alternativas noviolenta a la defensa militar han acabado

  • o bien, asumiendo los presupuestos básicos del análisis militarista y llegando a un callejón sin salida en el que sólo podían ser recurso, complemento u opción de lo militar, sin presentar ninguna alternativa (para profundizar véase el capítulo 4 de Política noviolenta y lucha social)
  • o bien, cayendo en el desánimo y abandonando el tema porque les resultaba imposible llegar a imaginar un escenario creíble de aplicación de alternativas noviolentas a la defensa nacional si se asumían los presupuestos militaristas
  • o bien, han girado sus intereses hacia las publicaciones sobre resistencias civiles, mundo más dinámico y productivo en el que aún queda mucho por estudiar.

Por lo tanto, ha sido en el mundo académico fuera del castellano donde han surgido propuestas y debates que aquí, por cuestión de desinterés o por no tener acceso a comprender textos en otros idiomas, no han tenido eco.

2.2.-  Influencia de las resistencias civiles

Michael Beer, en su trabajo titulado:  “346 tácticas de resistencia civil en el siglo XXI” nos define la resistencia civil:

La resistencia civil es una estrategia de resolución de conflictos extrainstitucional en la que los movimientos de base organizados utilizan varias […] tácticas noviolentas como huelgas, boicots, manifestaciones, no cooperación, autoorganización y resistencia constructiva para luchar contra la injusticia percibida sin la amenaza o el uso de violencia.

Además,

También nos recuerda que la desobediencia civil no es sinónimo de resistencia civil, sino una táctica dentro de la resistencia civil.

Las resistencias civiles tienen un amplio historial a lo largo de todo el mundo como se va mostrando en la serie sobre resistencias civiles obtenidas de la traducción del libro “Recuperación de la historia noviolenta.  La resistencia civil en las luchas de liberación”, editado por Maciej J. Bartkowski en Lynne Rienner Publishers y publicadas en Alternativas Noviolentas.  Muchas de ellas han tenido éxitos clamorosos y de ahí viene su excelente reputación.  Como dice Beer se caracterizan por su noviolencia y por su extrainstitucionalidad y son un mundo rico de ejemplos y enseñanzas que, además, ahora se analizan por los teóricos de un modo más profundo y riguroso.

Parece ser que el estudio de las resistencias civiles quizá nos pueda llevar a considerar demasiado teórica o demasiado utópica la perspectiva de analizar cómo es nuestra defensa nacional y buscar alternativas factibles.  La necesidad perentoria de trabajar en diversas resistencias civiles en cualquier parte del territorio nos hace preferir lo concreto e inmediato a lo abstracto y de logros más diferidos en el tiempo.

Además, es de destacar el concepto de extrainstitucionalidad.  Los activistas muchas veces orientan, con razón, su lucha contra la instituciones y suelen desarrollar cierta animadversión contra las instituciones.

2.3.-  Influencia del concepto de Seguridad Humana y su apropiación militarista

En 1994 el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) publicó el concepto de Seguridad Humana:

La seguridad humana se desarrolla como concepto integral de seguridad.  Mientras que la noción tradicional de [seguridad ] apunta a la seguridad y defensa de un Estado-Nación en su integridad territorial a través del incremento de los medios militares, la seguridad humana se centra en el individuo.  Este concepto de seguridad está ligada al desarrollo humano, entendido no como el crecimiento macroeconómico, sino como la ampliación de capacidades y libertades de las personas.

Fue, y pensamos que sigue siendo, un concepto transgresor y muy progresista.  Con argumentos agudos y sencillos pretendía sacar el tema de la seguridad y la defensa de la hermética burbuja militar.

La idea es hermosa y muy adecuada, pero …:

  • sus principales propagadores no han criticado con la dureza que se merece el militarismo y la guerra.  Digamos que han preferido mantener una postura de corrección política y no incluir el militarismo como uno de los factores que más degradan la seguridad humana en el planeta.  Argumentan que han preferido centrarse en cuestiones como la sanidad, la educación y el medio ambiente y que no han incluido el militarismo, la guerra, o su antítesis, la paz para concretar y no abrir en exceso el espectro de ejemplos de aquello que debe ser defendido
  • la postura anterior ha provocado tres consecuencias:
    • por un lado, los medios académicos, normalmente carentes de un pacifismo muy arraigado, han sido seguidistas y han olvidado profundizar en este aspecto de la seguridad humana
    • por otro lado, los políticos nacionales han incluido el discurso de seguridad humana en sus declaraciones pero teniendo en cuenta no concretar las ideas y menos los hechos que proponen
    • por el mismo lado (político-militar), los militares han asumido el discurso de los políticos al encontrarlo vacío y exento de peligros para su estamento.  Además, como suelen, han adoptado el concepto de seguridad humana para vaciarlo de contenido y para autojustificar,  torticeramente, su existencia
    • el pacifismo activista no ha sabido profundizar y divulgar los contenidos teóricos del concepto de Seguridad Humana, ni ha sabido reivindicar el antimilitarismo y la noviolencia que, sin duda, en origen lo caracterizan.

En resumen, un concepto teórico muy positivo y avanzado, que podría haber unido teoría y práctica, ha acabado significando poco y no ha desarrollado políticas antimilitaristas que lo apoyen:  hoy todo el mundo habla de Seguridad Humana sin que signifique mucho.

En conclusión, el concepto de Seguridad Humana no ha desarrollado su potencial crítico y noviolento contra las defensas estatales y no ha contribuido al desarrollo de las alternativas noviolentas a la defensa nacional.  La defensa nacional clásica militarista y violenta sigue existiendo sin haber variado un ápice sus planteamientos a pesar de pregonar a los cuatro vientos que se suman al carro de la Seguridad Humana.

criterios

3.-  Los criterios de elección

A continuación vamos a proponer una serie de criterios por parejas entre los que habría que elegir para ir definiendo el modelo de defensa que cada uno desearía.

3.1.-  Defensa militar o defensa noviolenta

Esta sería la primera decisión dicotómica:  el uso o no de la violencia (y una larga serie de características que le vienen íntimamente asociadas). 

La defensa militar suele ser elitista en la toma de decisiones y en los objetivos de defensa (instituciones, statu quo, bandera, himno y otros símbolos, …), violenta en la metodología utilizada, militarista en los sujetos de la defensa (aunque luego exige a la población civil que asuma algunas de las partes peores de la violencia:  bombardeos, hambre, violaciones, mayor número de muertos civiles que militares en las guerras modernas, militarización de la sociedad, delegación, obediencia ciega, …)

La defensa noviolenta, por el contrario suele tener un enfoque popular, de base, civil, de metodología noviolenta, toma de decisiones participativa, participación igualitaria desde los movimientos de base, sus objetivos pueden ser defenderse de una invasión o un golpe de estado, pero normalmente también, y sobre todo, lo son luchar contra la violencia estructural y cultural, la lucha por los derechos humanos.

Normalmente a la elección de una defensa noviolenta se llega a partir de unos postulados éticos.  Pero, además, según han demostrado Erica Chenoweth y María Stephan en “Por qué la resistencia civil funciona”, con un amplio estudio histórico y estadístico que las principales campañas noviolentas han tenido éxito en el 53 % de las ocasiones, en comparación con el 26 % para las campañas de resistencia violenta.  Es decir, a los irrefutables argumentos éticos se le unen ahora argumentos estadísticos objetivos.

Criterios a valorar:

  1. La metodología de acción:  violencia o noviolencia
  2. Qué defender:  el status quo, los símbolos, las instituciones, los gobiernos, las fronteras, el territorio, … versus los derechos humanos, la ecología, …
  3. Quién es el sujeto de la defensa:  las élites militares y/o militaristas versus la sociedad plena.  Dicho de otra manera, más clásica, los militares o los civiles
  4. Cómo se toman las decisiones:  de manera vertical, jerárquica y no participativa versus de manera horizontal y participativa
  5. La eficacia:  el 26 % de eficacia de las formas violentas o el 53 % de eficacia de las formas noviolentas.

3.2.-  Un debate complejo:  defensa civil versus defensa social

Una vez que se ha elegido la metodología noviolenta no se acaba el debate, quizá, incluso, se vuelve más rico.  Son varias las polémicas que se pueden mantener, pero vamos a elegir la de defensa civil versus defensa social porque es la más desarrollado y la que ofrece más frutos políticos.

Este debate entre defensa civil versus defensa social lo vamos a explicar básicamente citando al australiano Robert Burrowes en el capítulo 10 de su libro La teoría estratégica de la defensa noviolenta  donde compara en 5 puntos a la defensa civil con la defensa social:

En primer lugar, los partidarios de la defensa civil utilizarían las sanciones noviolentas debido a su valor práctico;  no harían ninguna reclamación relacionada con la «superioridad moral de la conducta noviolenta».  En contraste, aunque no todos los exponentes de defensa social son practicantes de noviolencia ética, las preocupaciones sobre la moralidad de los medios pesarían al menos tan fuertemente para ellos como las preocupaciones pragmáticas sobre el resultado. Para los que proponen de defensa social, entonces, un compromiso a la noviolencia es igual, si no más importante que, la «superioridad racional» de defensa social.


En segundo lugar, los que proponen defensa de base civil utilizan una estrecha definición de violencia orientada al actor. Ellos entienden la violencia como un «manifiesto daño físico o la amenaza de tales daños a las personas reales». Así, defensa de base civil podría incluir algunas sanciones, como el sabotaje, que generalmente están asociados con las estrategias militares. En contraste, la mayoría partidarios de la defensa social favorecerían una definición de violencia que destaque específicamente sus elementos estructurales, y, por diferentes razones, muchos rechazan el uso de sabotaje.


En tercer lugar, los partidarios de la defensa civil se ocupan de la defensa del Estado-nación, su Gobierno y su territorio. Según su principal teórico, Gene Sharp, es una forma de defensa nacional que está diseñada para disuadir y derrotar a invasiones y ocupaciones militares extranjeras, así como golpes internos (es decir, las convulsiones del control físico y político de la maquinaria de estado). En contraste, mientras que los partidarios de la defensa social son menos específicos sobre su preocupación de defensa, su enfoque es claramente no estatista y antielitista. La defensa social es variadamente descrita como relacionada con la defensa «a nivel comunitario», defensa del “tejido social», de «los valores de una sociedad, como la libertad, igualdad, la integridad de la persona y una atmósfera en que todos estos valores pueden cultivarse y ser desarrollados» y, aún más ampliamente «la creación de un poder democrático para una seguridad económica, social, política, ideológica y ecológica «.


Cuarto y relacionado con el punto anterior, los partidarios de la defensa de base civil buscan su aprobación (en todo o en parte) de los gobiernos nacionales, y se preocupan por una estrategia noviolenta que funciona bajo la dirección de un gobierno. Como la defensa militar, se basaría en una toma de decisiones centralizada y una organización jerárquica para su aplicación. En contraste, los que proponen la defensa social buscan su aceptación por la comunidad en general; la defensa social «se refiere a la defensa noviolenta basada en iniciativas de base.» Se basaría en cooperación y comunicación entre grupos comunitarios de base para su aplicación.


Por último, los partidarios de la defensa de base civil la consideran como un equivalente funcional de la defensa militar que es capaz de funcionar en la práctica en las «actuales condiciones políticas e internacionales»; no tienen ninguna relación directa con otras luchas sociales. En contraste, los partidarios de la defensa social suelen consideran el problema de defensa como parte de la lucha por cambios estructurales fundamentales en la sociedad. Por consiguiente, existe un vínculo vital entre la defensa social y los movimientos sociales revolucionarios. Esto incluye «movimientos que plantean un desafío o una alternativa al poder militar y del Estado».

Seguimos añadiendo criterios para elegir:

  • 6.- Utilización de la noviolencia de manera pragmática (resultadista) o por convicciones éticas
  • 7.- Entender como violencia sólo la violencia directa versus entender la violencia como directa, estructural y cultural
  • 8.- ¿Se busca la aprobación de los gobiernos nacionales y se acepta la dirección de los gobiernos?, o por el contrario, ¿se prima la participación de la población en general mediante el fomento de las iniciativas de base?
  • 9.- Se diseña una defensa que acepte las actuales condiciones internacionales y nacionales, reformando, sólo, sus aspectos más nocivos versus se diseña una defensa que busque provocar cambios estructurales y llegar a una sociedad alternativa
  • 10.- Se busca una metodología de defensa aplicable ya versus una metodología de defensa utópica, es decir, aplicable en el futuro.

Estas 10 dicotomías nos harán pensar y debatir para obtener una posición personal y grupal más clara, definida y concreta.  Ello permitirá que el tema de la defensa deje de ser un tema ajeno y toda la sociedad pueda ejercer activa y efectivamente su derecho a decidir sobre los temas de defensa.

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4.-  Transformar la tensión en unión

Somos conscientes de que plantear estos ejercicios de elección de manera dicotómica suele llevar al debate pero también a disputas entre quienes eligen una u otra opción.  Son ejercicios que generan tensiones y pueden llevar a enfrentamientos dialécticos, a separaciones.  Cada persona elige poco a poco sus posicionamientos y para ir construyendo su pensamiento se dedica a ver los pros de su postura y las contras de la postura ajena.

Por ello, convendría que tras las elecciones dicotómicas anteriores hiciésemos otro ejercicio mental u otra dinámica grupal para analizar las opciones y ver qué tienen de positivo y de negativo cada una de las opciones.  Se requiere ser autocrítico con las propias elecciones y sincero y generoso con las opciones contrarias.

Así se conseguirá una visión más compleja pero más completa, más ajustada a la realidad pero también más ajustada a los grandes deseos de todo ser humano.  No habrá sólo blancos y negros, también existirán tonos de grises y otros colores que permitirán la conexión entre el mundo académico, el activismo y las propuestas del PNUD.  Difícil cometido, pero necesario.  ¿Quién se apunta a debatir y a comentar?