Reflexiones sobre integrar la defensa noviolenta en el Ministerio de Defensa (III)


“Todas las buenas ideas pasan indefectiblemente por 3 etapas:  la ridiculización, la discusión y la adopción”.

John Stuart Mill.

Reflexiones sobre integrar la defensa noviolenta en el Ministerio de Defensa (I), (II).

Transformar el actual sistema militarista y violento de defensa en otro noviolento y civil es un reto gigantesco.  Pero también apasionante.  Si queremos que nuestras propuestas llegan a ser adoptadas por la sociedad debemos estar dispuestos a que, incluso nuestras amistades pacifistas, nos ridiculicen. Pero si nadie se arriesga a concretar no habrá ningún papel sobre el que iniciar el debate.  Ni ningún debate.  Por otro lado, quienes tanto se ríen quizá no sepan lo complicado que resulta poder puntualizar una propuesta tan, por ahora, marginal.

Sobremilitarización

Hablamos de sobremilitarización dentro de los parámetros del paradigma de dominación-violencia actual.  En este ámbito, lo militar debería reducirse al ámbito de la defensa nacional sin expandirse o invadir otras esferas de la política, economía o cultura que se caracterizarían por su esencia civil y normal desarrollo exclusivamente civil.

En cambio, en la sociedad actual son muchas las esferas civiles que en mayor o menor medida se encuentran desarrollando programas militares, incluso sin previo debate y decisión popular.

La sobremilitarización se podría detectar en varios aspectos:

  1. La invasión militarista con partidas presupuestarias que se encajan en otros ministerios civiles
  2. La duplicación de estructuras para realizar las labores que debería realizar el propio Ministerio de Defensa
  3. La apropiación por parte de los militares de funciones y políticas que podrían perfectamente (deberían) ser desarrolladas por civiles
  4. La acumulación desproporcionada de posesiones y privilegios que en muchas ocasiones no tienen nada que ver con el desarrollo de la defensa
  5. La normalización del despilfarro militar
  6. La falta de crítica y control de las actividades militares

Pretransarme

El resumen de datos que presentaremos a continuación nos lleva a opinar que la sociedad, política, cultura y economía españolas están sobremilitarizadas.  Esta sobremilitarización es desconocida por la sociedad a nivel general que es acrítica dado que ninguno de los partidos políticos ni de los pensadores actuales expone alternativa alguna.  Tampoco existe crítica fundamentada en alternativas en el Congreso de los Diputados o en el Senado, limitándose los partidos en la oposición a criticar lo que hacen los partidos en el gobierno para, cuando cambia el turno, tornar los papeles.

¿Tendría derecho (y obligación) la sociedad a revertir la sobremilitarización si esta existiera?  En nuestra opinión, sí.  Entraría dentro de lo legítimo y de lo legal como avanzábamos en el artículo previo.

Por ello queremos presentar un concepto que aquí acuñamos:  el pretransarme.  Serían los pasos iniciales del proceso de transarme en el que el objetivo sería rebajar al máximo la sobremilitarización social y el despilfarro dentro del militarismo.  Ambos serían considerados perjudiciales porque se acaban convirtiendo, primero en obstáculos para el desarrollo civil de lo político, social y económico, y por último en hegemónicos haciendo que toda actividad social dependa del militarismo.

Razones para luchar contra la sobremilitarización a través del pretransarme

La sociedad civil y el militarismo siempre están en conflicto aunque sea soterrado.  El militarismo excesivo es un peligro para las libertades porque sus prácticas violentas, machistas, jerárquicas, de obediencia ciega no son los elegidos para regirnos en la sociedad civil, habitualmente.  Así, desmilitarizar es un bien político en sí mismo porque asegura los espacios democráticos (ya tuvimos bastantes dictaduras y golpes de estado en el siglo pasado).

Razonamientos históricos

La transición democrática en el Estado Español es una obra inconclusa a la que much@s han dado la espalda.  Uno de los ejemplos más importantes es la cuestión militar.  Venimos de un Estado totalmente militarista y militarizado.  La transición supuso conceder a los militares algunas licencias a cambio de que cesasen los ruidos de sable en los cuarteles.  Pero de aquello hace más de 40 años y aún se mantienen privilegios que no tienen ningún sentido.  Por ejemplo, como veremos más adelante, el Ministerio de Defensa gasta en 2023 15.150’8 millones de €,  mientras que también se gastan 11.725,78 millones de € que son gasto militar oculto distribuidos en la casi totalidad de los “ministerios no militares”.  Es decir, al presupuesto del Ministerio de Defensa se le suma más de un 77 % con el beneplácito de los partidos que han gobernado hasta la actualidad:  la derecha del PP, el centro del PSOE y la izquierda de Podemos.

Ciertamente se ha mejorado mucho en cuanto a los privilegios militares.  Hay que recordar que con Franco había tres ministerios militares (Ejército, Marina y Aire) y hubo muchos militares en puestos ministeriales durante la dictadura.  Pero ya ha pasado casi medio siglo y es momento de que la sociedad civil recupere toda su preponderancia política y lo militar quede restringido a las cuestiones de defensa exclusivamente.

Razonamientos políticos

¿Por qué hemos de asumir que la lucha contra las emergencias ha de ser ejecutada por un cuerpo militar como la UME, no lo haría igual o mejor un organismo civil?  ¿Por qué hemos de asumir que el control del tráfico y muchas otras funciones se han de encargar al cuerpo militar de la Guardia Civil?  ¿Por qué hemos de asumir que las fiestas estén monopolizadas por desfiles militares, exhibiciones aéreas de aviones, avionetas, y helicópteros militares?  ¿Añade algo a la defensa nacional la existencia de 14 bandas de música en el Ejército de Tierra con 1.260 instrumentos y 467 soldados;  y 5 bandas en la Armada con 525 instrumentos y 190 soldados;  y 5 bandas en el Ejército del Aire con 778 instrumentos y 246 soldados?  ¿Añaden algo a la defensa nacional los 219 conciertos en 2021 y las actuaciones en 932 desfiles?  ¿Añaden algo a la defensa nacional el total de 903 soldados dedicados a la música?  ¿Añade algo a la defensa nacional la existencia de un organismo de Cría Caballar?  ¿Es necesario el depósito estratégico de medicamentos de la Farmacia Militar, no podrían desarrollar igual o mejor estas funciones entidades civiles?  ¿Aporta algo a la ciencia o a la defensa nacional la existencia de campañas antárticas anuales en buques militarizados?  ¿Aporta algo a la defensa nacional o a la ecología el hecho de que el Ministerio de Defensa también ha militarizado la campaña SOS Chorlitejo Patinegro en el Centro de Adiestramiento Sierra del Retín, Barbate (Cádiz);  y la conservación de la flora vascular en Baleares;  y el “Proyecto Guirre” en Campo de Tiro de Pájara (Fuerteventura); y la conservación del Ibis Eremita, el águila imperial, la conservación del camaleón, la conservación de la gorgonia Ellisela paraplexauroides en el Mediterráneo (Islas Chafarinas) y la conservación de Orquídeas en el Campo de Maniobras de Araca (Vitoria);  no podrían desarrollarlo mejor entidades científicas civiles?

A poco que se piense, estas actividades del Ministerio de Defensa son claras invasiones de actividades civiles que tienen como objetivo realizar un lavado de cara a una institución que tiene difícil su justificación como algo socialmente útil.

Pero preocupa que estas actuaciones se van expandiendo cada vez más.  ¿Cuál es el límite de la militarización encubierta del Estado y la política española?  ¿Dónde vamos a acabar?

Es necesario realizar una política de pretransarme de instalaciones militares para usos sociales.  Hay que tener en cuenta que el Ministerio de Defensa es el segundo terrateniente en el Estado Español.  Posee terrenos que se podrían cultivar, o en los que se podrían conservar especies amenazadas, y posee multitud de inmuebles que se podrían convertir en viviendas sociales o en instalaciones educativas, sanitarias o culturales.  Sin embargo el Ministerio de Defensa realiza año tras año una política selectiva de ventas y con lo recaudado compra más armamento.  Y hay que advertir, ante todo, que el Ministerio de Defensa no posee, en sentido estricto, propiedades inmobiliarias que, como tales, no existen.  Estos activos son propiedades de dominio público estatal afectas a la Defensa que tienen, por lo tanto, la consideración de bienes demaniales (bienes y derechos de dominio público que, siendo de titularidad pública, se encuentran afectos a un uso general).

Todo este caos administrativo se agrava porque no se produce habitualmente un control político eficaz desde el Congreso y el Senado.  Los políticos no suelen saber de temas de defensa y el Ministerio de Defensa les informa con escasez y tarde.  Así, no es extraño que las cosas no mejoren.

Además, no por último, la política internacional está condicionada por los intereses militares, en muchas ocasiones ajenos a lo estrictamente concerniente a la defensa nacional (recuérdese el apoyo de Aznar a la guerra contra Irak, por ejemplo).  ¿Todos estos esfuerzos para no ser, ni siquiera, independientes en política internacional?

Razonamientos económicos

Juan Carlos Rois demuestra que a pesar de que el gobierno publicita un gasto en el Ministerio de Defensa de 13.161 millones de €, la realidad es mucho peor y se acabará gastando en gasto militar, al menos, 48.833 millones de €.  Al gasto oculto en otros ministerios hay que añadir el gasto militar oculto en Organismos Autónomos y Clases Pasivas, Casa del Rey, Cortes Generales, Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (usado para financiar armas para la guerra de Ucrania), Centros Universitarios de Defensa, Operaciones en el Exterior, gastos plurianuales y el ingente sobregasto anual del Ministerio de Defensa.  Y para acabar, los intereses de la deuda generados por el gasto militar.

Todo ello sin control, ni siquiera conocimiento parlamentario.

Sólo un ejemplo, para no cansar.  Infodefensa daba la noticia de que “Defensa hace caja con la venta de terrenos:  más de 600 millones por propiedades en 36 municipios”.  Y eso sólo de Enero a Mayo.  Además, la noticia resaltaba que “la venta de propiedades aportará a Defensa unos ingresos extra que el departamento tiene previsto invertir en los planes para mejorar el sostenimiento y adquirir nuevas capacidades (eufemismo de nuevos armamentos).

¿No sería más útil socialmente (y necesario, en realidad) utilizar estos 600 millones en equipamientos educativos, sanitarios, de mejora de la ecología, atención a parados y muchas otras políticas sociales de las que estamos tan necesitados?

Razonamientos culturales

Leíamos en la revista Centro Urbano un artículo de la periodista Carmen Contreras titulado “Mujeres, género y ciudad”.  De él destacamos el siguiente párrafo que nos parece iluminador:

La Ciudad de México se ha caracterizado, -como ocurre en la mayoría de las ciudades globales-, por sus tendencias democráticas. Estas apuntan hacia el concepto de seguridad ciudadana. ¿En qué es diferente a la militarización? En que la intervención militar existe para establecer el orden como una expresión de la fuerza y supremacía del poder del Estado sobre la persona.  En cambio, en la seguridad ciudadana el centro de las decisiones públicas es la persona, sus derechos y la ciudad como espacio de oportunidades y movilidad social. La base de la seguridad ciudadana es la cultura de la legalidad, es decir, el respeto a la norma por convicción de sus beneficios colectivos y no por temor al poder represor del Estado.

Y es que el temor y la represión que produjeron en la memoria colectiva los variados golpes de estado y las dictaduras sufridas por España en el siglo XX, además de por aquel secuestro “legal” que suponía el servicio militar obligatorio, nos han dejado una herencia cultural innegable, el desapego a lo militar pero muy tintado de miedo:  dar la espalda a los militares, no meter las narices en lo que hacen a cambio de que nos dejen de reprimir violentamente.  España es pues, una sociedad temerosa de lo militar, una sociedad que no demostrará mayoría de edad hasta que seamos capaces de sacudirnos la aprensión y hacer regresar a lo militar a la que debería ser su única (aunque no exclusiva)  esfera de influencia:  la defensa nacional.