Espiral de Violencia.


Estamos asistiendo a una nueva escalada en la espiral de violencia que durante décadas destroza vidas y sueños en Oriente Próximo. Nos parece oportuno hacer algunas reflexiones que nos saquen del holiganismo de estar con unos o con otros como si de un partido de futbol se tratara. No está en juego un trofeo sino la vida digna de miles y millones de personas.

El primer recuerdo es para las víctimas, para todas las víctimas, pues todas las vidas cuentan y su pérdida merece un duelo, no sólo por sus allegados sino por todas las personas que creemos en el derecho a la vida como el primero de los Derechos Humanos. Constatamos, una vez más, la doble vara de medir y el lenguaje hipócrita, comenzando por España y siguiendo por la Unión Europea y los EE.UU. que, en aras del derecho a la defensa de Israel justifican el derecho a la extrema violencia con ataques indiscriminados a la población civil encerrada en Gaza, tachando de terroristas a las milicias de Hamás, dando por hecho que el pueblo palestino no tiene derecho a la defensa.

Como pacifistas, no justificamos la violencia y el terror de ninguna de las partes pero, al menos, hemos de reconocer y denunciar el terror allí donde existe. La situación actual de Gaza no cabe duda de que es una realidad de terror, como lo ha sido durante décadas también en Cisjordania. Basta con ver las caras de niñas y niños, de jóvenes y mayores cuando el ejército israelí bombardea sus barrios, derriba sus casas, destruye escuelas y hospitales, ocupa sus tierras, saquea sus recursos o encarcela a menores. Por ello, no es una exageración ni equidistancia ni justificación de otras violencias decir que el Estado de Israel es un estado terrorista. Es la constatación de una realidad a la que la Comunidad Internacional debe hacer frente con justicia. Ninguna violencia justifica otra violencia, aunque debamos hacer el esfuerzo de analizarlas y comprenderlas para poderlas superar y erradicar. El terrorismo de Estado de Israel no hace bueno el terrorismo de las milicias de Hamás.

Dicho esto, sería injusto tratar por el mismo rasero a toda la población israelí. Como en cualquier estado, también en Israel existen personas y colectivos que se oponen a la ocupación, a la violencia y a la militarización de su gobierno. No olvidemos a los objetores de conciencia al servicio militar que se niegan a formar parte de un ejército colonizador, y simpatizan con la causa palestina. O a las ONGs que denuncian como primera causa de la violencia de su país la ocupación violenta de los territorios palestinos. Aunque sean desconocidas para la inmensa mayoría, existen en Palestina numerosas luchas noviolentas. (ver el artículo publicado en Alternativas Noviolentas). Dar relevancia y visibilidad a las luchas noviolentas hará que estas puedan tener éxito. Animamos a la prensa a que sustituyan de vez en cuando las necronoticias y el culto a la violencia para dar visibilidad a la realidad de quienes luchan por la paz y la justicia desde posiciones noviolentas, menos espectaculares pero tremendamente necesarias para dar una oportunidad a la paz.

Lamentamos que cualquier crítica al uso y abuso de la violencia por parte del Estado de Israel sea tachada de antisemitismo. La inhumana persecución histórica al pueblo judío, especialmente por el nazismo, no les da derecho a practicar violaciones de Derechos Humanos, imponer políticas de expolio y apartheid, ni a represalias indiscriminadas contra la población civil. La venganza no hace justicia sino que ahonda en el dolor y la injusticia. El bombardeo en Gaza a una población civil indefensa, acorralada, sin vías de escape, es también un acto criminal sin paliativos, como lo fue el exterminio en los campos de concentración nazis.

Más allá de los debates justificatorios o no del derecho a la defensa armada y al uso de la violencia indiscriminada, hemos de preguntarnos si ésta es eficaz para defender y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Para las miles de personas muertas desde luego que no ha sido eficaz. Las consecuencias de las acciones de Hamás, que muchos considerarán heroicas, ya están trayendo consecuencias desastrosas para la población civil de Gaza. ¿Han sido eficaces? ¿Para qué? Queda la esperanza de que esta acción desesperada y criminal despierte a la Comunidad Internacional y aborde el problema de fondo de la ocupación, el apartheid y la violencia estructural que viene soportando el pueblo palestino.

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