Aumento del Militarismo e Inseguridad Mundial. SIPRI 2023.


El gasto militar mundial ascendió en 2022 a los 2,24 billones de dólares, mientras se agudizaba la crisis climática y crecían las migraciones desesperadas. Presentamos el resumen del Informe Anual del SIPRI 2023, traducido por FundiPau, como una herramienta útil para comprender el alcance del militarismo. Un simple vistazo al índice de los temas que trata nos da buena idea de las amenazas que vivimos, de la fragilidad de nuestra seguridad y de la peligrosa deriva mundial guiada por los ejércitos.

Aconsejamos leer el informe con cautela, pues se nutre de los datos que aportan los estados, no siempre fiables o, como en el caso español, muy por debajo del gasto militar real que este año triplicará sobradamente el presupuesto oficial. Constatamos que el informe expone realidades actuales, pero generalmente sin profundizar en las causas ni en las consecuencias. A pesar de la independencia del SIPRI se observan algunos sesgos propios de la visión geopolítica occidental de los conflictos. Mucho nos tememos que la nueva realidad del estado sueco, en otros tiempos animador de procesos de paz y financiador del Instituto, acabe condicionando la trayectoria del mismo tras su incorporación a OTAN y a su visión militarista de las relaciones entre los estados. Por otra parte, los datos que aporta pueden tener distintas lecturas. Debemos analizarlos y aprovecharlos para cimentar nuestras luchas.

Que los datos no nos impidan ver el bosque y analizar las enmarañadas relaciones geoestratégicas para el dominio de personas, territorios y control de los recursos; para combatir los intereses de señores de la guerra, políticos, empresarios, comisionistas, ideólogos o jerarquías militares. El texto recoge datos abrumadores, barrunta los peligros de la deriva militar y apunta a soluciones institucionales para el desarme, pero no habla de la desmilitarización, la verdadera solución a la deriva militar.

Además del aumento del militarismo, es muy inquietante la constatación que hace el documento de la incapacidad de la ONU para hacer valer sus resoluciones, y cómo las distintas potencias incumplen impunemente los acuerdos firmados, convirtiendo el derecho internacional y los derechos humanos en armas arrojadizas para defender sus intereses particulares, como vemos, dramáticamente, en Ucrania, Israel o Myanmar.

No esperemos de estados, ni de instituciones alimentadas por ellos, soluciones a la defensa de nuestros legítimos intereses de una verdadera seguridad humana. Hemos de ser conscientes del inmenso esfuerzo presupuestario que estamos haciendo la ciudadanía para destrozarnos y destrozar el planeta, cuando son recursos imprescindibles para la defensa de la vida en todos y cada uno de los ámbitos. Poner la vida en el centro exige necesariamente enfrentarnos al militarismo, a sus amenazas, al despilfarro de recursos, a la militarización de economías, mentes y territorios, a su ideología patriarcal de dominación y violencia. Poner la vida en el centro nos lleva a apostar por la construcción de sociedades cooperadoras y noviolentas. La tarea no es fácil ni pequeña pero, como humanidad, nos va la vida en ello.