Teatro juvenil y Educación para la Paz

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Maxi de Diego

“No vamos a guardar silencio porque tenemos memoria. El teatro es un  arte de la memoria. Recordamos todas las guerras desde los griegos.  Todas las víctimas, cada una de ellas. Y todas ellas están hoy, otra vez, en  peligro. Porque sólo hay una forma de hacer justicia a las víctimas del  pasado: impedir que haya víctimas en el presente.” Juan Mayorga, Manifiesto del Día Mundial del Teatro. El teatro es un arte político, 27 de marzo de 2003. 

  • 1. Algunos principios de la educación para la paz
  • 2. El beneplácito contradictorio de los textos oficiales
  • 3. La tradición educativa anarquista y la pedagogía libertaria
  • 4. El teatro y la educación para la paz
  • Índice de textos y fragmentos teatrales, con una orientación de página

Me asomo a esta antología de mis textos teatrales que pretenden ser útiles para  educar para la paz con una mezcla de sensaciones desde lo afectivo. Existe la convicción en un sector de la sociedad, del que formo parte, que lo  que está haciendo Israel en Palestina es un genocidio de una magnitud inusitada.  Por ello escribo desde la desesperanza, la impotencia y el dolor. (Hoy, uno de esos días que dedico a esta redacción, leo dos artículos en el mismo  periódico que me golpean. En el diario público. Pongo aquí los enlaces: https://blogs.publico.es/dominiopublico/59250/nino-herido-sin-familia superviviente/#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t2;mm=mobile-medium https://blogs.publico.es/dominiopublico/59223/los-soldados-de-israel-y-la-masacre-de ninos-en-gaza/#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t2;mm=mobile-medium.) Comparto lo que  dice la periodista Noelia Adánez en el segundo artículo de opinión que cito en la  nota a pie de página: “El genocidio de la población infantil de Gaza a manos del  ejército de Israel marca un hito emocional y moral en la historia contemporánea.”

También escribo con la triste sensación de que la respuesta a lo que está  sucediendo, pertinaz por parte de algunos grupos y personas, a los que admiro, resulta insuficiente ante la magnitud de la barbarie. La propia RTVE justifica el no  informar de algunas manifestaciones en Madrid por la reducida asistencia. Tengo correos de la “Defensora de la audiencia”, ante la que protesté, en los que dice  esto, además de considerar escasa “la repercusión, transcendencia o dimensión” para justificar su no emisión.

Empecé joven a interesarme por la educación para la paz, incluso antes de  dedicarme a la enseñanza. Militaba entonces en el Movimiento de Objeción de  Conciencia (M.O.C.) y uno de sus campos de investigación y formación era este. De  esta época es la lectura de la revista “Oveja negra”, revista de información y debate  del movimiento. Uno de sus números, el número 9, de enero de 1981, es un monográfico sobre “Educar para la noviolencia y el desarme”. Otro, el 27, de  octubre de 1985, lleva como título “Literatura Infantil y Juvenil para la Paz”.

Poco después, ya como profesor, desarrollé y apliqué una propuesta de taller  literario que denominé “El taller de novela y la educación para la paz. (apareció una explicación en el Boletín Informativo del Movimiento de Renovación  Pedagógica “Acción Educativa”, en los números 86 y 87 de 1995.) Se trataba  de un enfoque particular de una propuesta de taller de los profesores Francisco  Rincón y Juan Sánchez de Enciso. Durante los más de treinta años dedicados a la enseñanza, ahora ya no en el  día a día pero sin alejarme del todo por diversos motivos, no he dejado de aplicar de  diversas maneras aquello que aprendí en tiempos de militancia más activa y luego  en una constante labor autodidacta y creativa.

De esta última son testimonio una serie de obras teatrales publicadas en  formato libro o autoeditadas en formato digital. Pueden leerse o consultarse en mi  blog de teatro: https://teatrojuvenilmaxidediego.blogspot.com/

Ahora que pienso en la utilidad para el profesorado de los materiales que  selecciono, me pregunto si sigue siendo preciso justificar la necesidad de abordar la  educación para la paz. Con cierta sensación de fracaso, me respondo a mí mismo  que sí, al observar el panorama de remilitarización que nos rodea. Intentaré ser conciso.

1. Algunos principios de la educación para la paz

En aquel lejano número 9 de la revista “Oveja negra” ya se hablaba de “Educar para el desarme”. Comenzaba con una cita del conocido preámbulo de la  Constitución de la Unesco (1945): “Que, puesto que las guerras nacen en la mente  de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes  de la paz; (…)”. Y a continuación reproducía los “Diez principios de la educación  relativa al desarme”. En su número 3, “El papel de la información” se decía lo  siguiente: “La educación relativa al desarme requiere el acopio y difusión de  informaciones fidedignas derivadas de fuentes de la máxima objetividad de  acuerdo con una circulación internacional libre y más equilibrada de la  información. Debería preparar a los educadores en el estricto respeto por la  libertad de opinión, expresión e información para oponerse a la incitación a la  guerra, la propaganda y el militarismo en general.”

Y en su número 9, “Valores”: “La educación para el desarme debería basarse en los valores de la  comprensión internacional, la tolerancia de la diversidad ideológica y cultural y  el compromiso con la justicia social y la solidaridad humana.”

Bastantes años después John Paul Lederach publicó un libro fundamental  para la comprensión de este enfoque educativo: El abc de la paz y los conflictos.  Educación para la paz .Editorial Catarata, 2000. En él nos dice algo importante sobre la necesidad, de rabiosa  actualidad, de ponerla en práctica.

“Educar a los niños para la paz es, probablemente, una labor con resultados a  largo plazo. Pero es necesario hacerlo, puesto que puede llegar a formar un  contenido ideológico, una escala de valores y una actuación social inexistentes  hasta ahora, es decir debe encaminarse al logro de un consenso social en el que  la guerra y su preparación sean consideradas como indeseables, tanto ética,  como social y políticamente, lo que forzosamente implicará una desmitificación  de aquellas ideologías, políticas y aparatos actuales encargados de perpetuar,  legitimar y valorar el enfrentamiento armado como forma común de solucionar  los conflictos.” (Página 9.)

Y más adelante analiza el papel que deben jugar los estudiantes. Una idea  que creo que conecta con la práctica teatral.

“Los estudiantes tienen que comprender que la paz no tiene nada que ver con  el intento de disfrazar los intereses conflictivos, ni con evitar la confrontación.  Por tanto, no cabe la inacción; es decir, todos tenemos la responsabilidad de  hacer algo. La educación para la paz debe ayudar al estudiante a encontrar  cuáles son sus propias posibilidades de actuar, y analizar cuáles son las mejores  formas de intervenir en los conflictos que les rodean, especialmente para  afrontar las violencias estructurales.” (Página 92.)

Por último, en este apartado, el Seminario de Educación para la Paz de la  Asociación Pro Derechos Humanos y el Centro de Investigación para la Paz en su  libro Educar para la paz. Una propuesta posible. autoedición, 1990 hace un recorrido por diversas  corrientes educativas y expone con claridad algunos objetivos: “De ello se deriva que la educación para la paz debe combinar la  enseñanza/aprendizaje de destrezas (cooperación, pensamiento crítico, empatía, asertividad,…) conocimientos (los propios de la educación para la  paz) y actitudes (autorrespeto, compromiso con la justicia, respeto por los  demás,…). En función de la primacía que se dé a uno u otro contenido se han  ido formando diversas corrientes.” (Página 33.)

Véase también por sus esclarecedoras explicaciones sobre contenidos y tendencias el  texto de Xesús R. Jares titulado “Educar para la paz y la convivencia: tarea de todos y  todas”. https://redined.educacion.gob.es/xmlui/bitstream/handle/11162/6910/12040003REV.pdf ?sequenc

2. El beneplácito contradictorio de los textos oficiales

Con este título quiero expresar algo que he pensado siempre: mientras los  textos oficiales reconocen la necesidad de incluir la educación para la paz en el  currículo, los gobiernos que lo legislan redoblan su política militarista. Solo desde  una concepción tergiversadora del concepto de paz podemos llegar a entenderlo.

Como hemos visto, la Unesco desde hace mucho tiempo impulsa el  compromiso de las educadoras y los educadores en la lucha contra la militarización. La misma ley de educación actual incluye diversas referencias. Lamento la  larga cita, pero tal vez sea necesaria:

En cuarto lugar, reconoce la importancia de atender al desarrollo sostenible de  acuerdo con lo establecido en la Agenda 2030. Así, la educación para el  desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial ha de incardinarse en los planes y  programas educativos de la totalidad de la enseñanza obligatoria, incorporando los conocimientos, capacidades, valores y actitudes que  necesitan todas las personas para vivir una vida fructífera, adoptar decisiones  fundamentadas y asumir un papel activo –tanto en el ámbito local como  mundial– a la hora de afrontar y resolver los problemas comunes a todos los  ciudadanos del mundo. La educación para el desarrollo sostenible y para la  ciudadanía mundial incluye la educación para la paz y los derechos  humanos, la comprensión internacional y la educación intercultural, así como la  educación para la transición ecológica, sin descuidar la acción local,  imprescindibles para abordar la emergencia climática, de modo que el  alumnado conozca qué consecuencias tienen nuestras acciones diarias en el  planeta y generar, por consiguiente, empatía hacia su entorno natural y social. (…)

Se ofrece también una nueva redacción de los artículos dedicados a educación  secundaria obligatoria. En esta etapa se debe propiciar el aprendizaje  competencial, autónomo, significativo y reflexivo en todas las materias que  aparecen enunciadas en el articulado, y que podrán integrarse en ámbitos. La  comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual, la  competencia digital, el emprendimiento, el fomento del espíritu crítico y  científico, la educación emocional y en valores, la educación para la paz y no violencia y la creatividad se trabajarán en todas las materias. En todo caso  se fomentarán de manera trasversal la educación para la salud, incluida la  afectivo-sexual, la igualdad entre hombres y mujeres, la formación estética y el  respeto mutuo y la cooperación entre iguales. (…)

2. Sin perjuicio de su tratamiento específico en algunas de las áreas de la etapa, la comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual,  la competencia digital, el fomento de la creatividad, del espíritu científico y del  emprendimiento se trabajarán en todas las áreas. De igual modo, se trabajarán  la igualdad de género, la educación para la paz, la educación para el  consumo responsable y el desarrollo sostenible y la educación para la salud, incluida la afectivo- sexual. Asimismo, se pondrá especial atención a la  educación emocional y en valores y a la potenciación del aprendizaje  significativo para el desarrollo de las competencias transversales que  promuevan la autonomía y la reflexión. (La Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la LOE de 2006.  Los destacados son míos. https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2020-17264

Llamo la atención de la inclusión del término “no violencia”(escrito sin separación, “noviolencia”, en la literatura especializada, al considerar que  sus propuestas van más allá de la mera negación de los actos de violencia para afirmar  su compromiso en la eliminación de la violencia estructural.) y la implicación  que esto tiene. En un libro fundamental Jean-Marie Muller desgrana esta forma de  entender las relaciones y por qué hemos de cambiar de paradigma :A partir del momento en que la violencia es legítima se convierte en un  derecho para el hombre, y éste utilizará siempre el pretexto de ese derecho  para recurrir a ella en cada ocasión que se presente. Mientras la ideología  legitime la violencia, el hombre puede instalarse en la práctica de la violencia sin  sentir que es una contradicción fundamental en relación con las aspiraciones  profundas de la humanidad.” ( MULLER, J. Significado de la noviolencia, editado por el Colectivo de Acción  Noviolenta en 1983. Recientemente ha sido reeditado, puede descargarse en el siguiente  enlace: https://alternativasnoviolentas.org/2021/05/09/significado-de-la noviolencia/?fbclid=IwAR1QxG_3EM0ZjcMgTmXOpabvvMtagUtPUHVmJO4qrDK4 KrWdhPME2dP2GNQ)

La UNESCO ha dedicado el Día Internacional de la Educación de este año (2024), que se celebra el 24 de enero, al lema: Aprender para una paz duradera. Y  dice lo siguiente:

El aprendizaje para la paz debe ser transformador y contribuir a dotar a los  estudiantes de los conocimientos, valores, actitudes, competencias y  comportamientos necesarios para convertirse en agentes de paz en sus propias  comunidades. Los cimientos de las sociedades más pacíficas, justas y  sostenibles se sientan a través de la educación, una fuerza que impregna todas  las facetas de nuestra vida cotidiana y nuestras perspectivas generales. Frente a  la escalada del cambio climático, la erosión democrática, las desigualdades  persistentes, la creciente discriminación, los discursos de odio, la violencia y los  conflictos en el mundo, la educación emerge como una poderosa herramienta  para abordar y prevenir estos retos en el futuro. Además, cuando se configura y  aplica eficazmente, la educación es una inversión a largo plazo con  rendimientos al alza. Un compromiso activo con la paz es hoy más urgente que nunca y la educación es fundamental en este empeño.” https://www.un.org/es/observances/education-day

3. La tradición educativa anarquista y la pedagogía libertaria

Creo necesario reconocer, aunque sea brevemente, la herencia recibida de la  práctica educativa impulsada por personas y organizaciones de ideología  anarquista por su componente humanista y su metodología coherente y avanzada.

Por ejemplo, Ferrer i Guàrdia, creador de la Escuela Moderna, dejó escrito: “… juzguen que la guerra es la más criminal aberración de los hombres, y el militarismo la reunión de sus ejecutantes; ambos sostienen el privilegio  dominante de la sociedad actual; y pongan empeño en demostrar que la paz, fundadora de la justicia social, es el mayor bien a que puede aspirar la  humanidad y la fraternidad de la sociedad futura, su mejor recompensa.” (Tomo estas declaraciones de la web del colectivo “Utopía contagiosa”:  https://www.utopiacontagiosa.com/2017/11/10/un-regalo-para-la-mente-recapitulacion de-pensamientos-antimilitaristas-ano-1903/ )

Otro maestro, Joan Puig Elías, fundador de la escuela Natura de Barcelona, utilizaba estos argumentos para reivindicar la continuidad de la Escuela Moderna: “La enseñanza racionalista y científica de la Escuela Moderna ha de abarcar el  estudio de cuanto sea favorable a la libertad del individuo y a la armonía de la colectividad, mediante un régimen de paz, amor y bienestar para todos sin  distinción de clases ni de sexos.” (del libro Enseñantes racionalistas. Cuando la pedagogía libertaria creó un mundo, MARTÍNEZ, M. A., editado por la Fundación Salvador Seguí en 2021.)

Félix Carrasquer, otro maestro, creador de una escuela basada en la  pedagogía libertaria y transmisor de sus principios, propone el siguiente análisis del  militarismo: “Las dilucidaciones fueron fáciles, porque a nadie escapa la lógica del siguiente  aserto: ¿se prestará alguien de buen grado a ser esclavo y sirviente de otro? Si  unos hombres han tenido que someterse a la servidumbre, es incuestionable  que ha sido a la fuerza. Luego, antes que propiedad y que esa discriminación  entre ricos y pobres tuvo que haber un poder organizado. Y ese poder se  afianzó por el ejercicio de la guerra. La guerra reclamó ejércitos jerarquizados  con seres que mandan y otros que obedecen y ese es el esquema maldito que  sigue oprimiendo a los hombres. Con otras palabras: si en un poblado de  campesinos donde la propiedad es común uno de entre ellos proclamara que se  hacía dueño de una parte del término, los otros se le reirían sin hacerle caso. De  lo que se deduce que, para apropiarse de algo, el usurpador necesita una fuerza  que apoye su injusticia. De ahí que antes de apropiarse de cualquier riqueza, fuera precisa la institución de un poder que mantuviera y legalizara el robo.” (en La escuela de militantes de Aragón. Una experiencia de Autogestión y de Análisis  Sociológico de Félix Carrasquer en su capítulo 5º.)

Ya en nuestros días, el profesor Raúl Ruano nos recuerda que: “Los maestros libertarios creían firmemente en que la educación podía ayudar  a desterrar de la sociedad el espíritu bélico y el militarismo, organizando una  escuela donde los niños y los adolescentes cultivaran una moral pacifista y una  conciencia antimilitarista.” (en su libro Contra la ignorancia. Textos para una introducción a la pedagogía  libertaria, editado por El viejo topo.)

En el mismo libro Ruano nos habla del maestro Albano Rosell, quien en 1918  escribe La guerra y la escuela. Al referirse a lo sucedido en la entonces reciente Gran Guerra europea opina que: “(…) no habría sido posible si los estados no dispusieran a su arbitrio de la  formación de los hombres, no tuviesen la manera de inutilizar las mentes y los caracteres por medio de una instrucción, de una enseñanza, de un adiestramiento que  responde a esta finalidad.”

Por último, en este apartado, en cuanto a los métodos de enseñanza, el  mismo Ruano nos recuerda a otra maestra que en 1931 marcaba diferencias: “Antonia Maymón hace una defensa apasionada de la autoeducación y parte de  un deseo innato de investigación que está en todos los seres humanos, un deseo de  conocer cuanto nos rodea. La educación ha de favorecer el desarrollo de este deseo y  no frenarlo como hacen las pedagogías tradicionales.”

4. El teatro y la educación para la paz

El teatro puede favorecer la educación para la paz si:

⎯ Promueve el análisis de conflictos.

⎯ Plantea procesos de búsqueda de soluciones.

⎯ Propone situaciones que cuestionan la violencia estructural.

⎯ Ofrece alternativas al paradigma de la violencia.

⎯ Se hace eco de compromisos colectivos a favor de la justicia social.

⎯ Se desarrolla a través de dinámicas antiautoritarias y participativas. ⎯ Propicia la creatividad.

⎯ Aparecen voces que favorecen la convivencia.

⎯ Facilita el aprendizaje de la participación política. ( sobre este asunto escribí una monografía titulada “Teatro político y educación de la  juventud”. Puede solicitarse el documento a través de correo electrónico. A  continuación, cito un breve párrafo con el que tal vez se apunte una idea de su contenido:  “El dramaturgo o la dramaturga que opte por su escritura tiene ante sí retos de suma  importancia y complejidad: dirigirse a chicos y chicas sin que las atrocidades que el  sistema capitalista produce en nuestras sociedades, más o menos patentes, ahoguen un  grito de esperanza; sin que la expresión del dolor se convierta en parálisis (el conocido “no se puede hacer nada”) y prevalezca el objetivo de participación democrática.”

Para terminar esta introducción y facilitar la revisión de quien se acerque al  documento presento una síntesis argumental sobre cada una de las piezas que  conforma la antología. Como aspectos unificadores cabe plantear que estos textos  teatrales:

⎯ Han sido creados para ser representados por jóvenes.

⎯ Presentan problemas vividos por personajes jóvenes (en su mayoría). ⎯ Abordan problemas sociales no creados por jóvenes, pero sufridos por ellos.

⎯ Abordan problemáticas que pueden escenificar violaciones del concepto de  paz en su sentido amplio.

Volar: igual que la siguiente se crea desde la idea del sueño como vehículo de  expresión dramática de los deseos. Aquí los de unos jóvenes que precisan con  urgencia un lugar diferente donde vivir. La huida es la solución a unas condiciones  de vida inaceptables.

Refugiados: soñar huidas es casi la única posibilidad de abandonar el sufrimiento en  este campo de refugiados por la guerra de Siria. Otra, los afectos.

Mi abuelo fue un esclavo: dos jóvenes reviven dos maneras diferentes de esclavitud  de sus familiares, ambas provocadas por la guerra. ¿Qué hacer ante ellas?

Otro mundo I y II: esta distopía imaginaria pone de relieve la importancia de la  relación educativa para crear mundos mejores.

Jóvenes informadas contra la guerra: ante la llegada de refugiados ucranianos al  instituto, varias amigas dialogan sobre cómo recibirlos y sobre el porqué de la  guerra.

Del día a la noche: cuatro escenas y un epílogo que presentan de forma alterna las  relaciones de cuatro jóvenes con la violencia. Dos de ellas, partícipes de la violencia  juvenil presente en algunas discotecas, las otras dos, víctimas de una guerra.

Sin móvil: monólogo en el que un joven expone sus razones para no tener móvil.

Tu móvil y mi bocadillo de salchichón: el personaje del monólogo anterior dialoga  con una amiga sobre formas diferentes de responder al mal funcionamiento de  nuestro planeta.

La abuela de Fede (fragmento): la abuela de Fede ha hecho un pacto con el diablo:  mantenerse joven hasta que consiga ver que el dolor humano desaparece por la  consecución de la justicia. Pero el diablo con el que pactó, un auténtico chapucero, le trajo unos molestos efectos secundarios. La obra presenta, por una parte, las  relaciones entre la abuela de Fede, su nieto, los amigos de éste, especialmente de  unos de ellos de quien se enamora, y su familia; y por otra, su lucha a favor de la  paz.

Los raros (cuando el grito del moro) (fragmento): una sesión de terapia grupal. Los  personajes adolescentes son o se sienten diferentes (un investigador de olores, una  investigadora de la situación mundial, una cantante de ópera, una perseguidora del  silencio, una obsesionada por la gordura, el que mira la luna, el inconforme, la mujer  que baila). El terapeuta dirige la terapia, una exposición de sus sentimientos, hasta

que irrumpen en escena tres cabezas rapadas que han oído que allí hay gente rara.  Piensan en homosexuales, negros, mendigos… y quieren actuar, pero ante la  realidad que se encuentran terminan por integrarse en la terapia, y así descubrimos  nuevas rarezas inconfesadas.

Quisimos tanto a Bapu (fragmento): Gandhi, reencarnado en tortuga, entra en la  casa de una adolescente. A través de ella, se relacionará también con su grupo de  amigos e, indirectamente, de enemigos. El texto presenta las dificultades de los  jóvenes para dar respuesta a sus relaciones, a veces violentas, o a sus vínculos con  un mundo hostil, y la importancia de un referente capaz de transformar.

Más allá del teatro… la vida (fragmento): el teatro dentro del teatro, un antiguo  juego escénico. Y un tema de conocida tradición literaria: la capacidad del ser  humano de ejercer el mal y el bien, sus límites, la estrecha línea que podemos  transitar de uno a otro. Y al mismo tiempo una reflexión metateatral: la relación  entre teatro y vida, o la capacidad del primero para mejorar la segunda, o incluso  para ser más portador de dignidad y verdad. El acto de una clase de teatro en un  instituto se convierte en oportunidad para establecer estrechos vínculos entre un  grupo de alumnos, en su mayoría reacios, y su profesora, una soñadora de mundos  mejores.

Volverás a mirarme (fragmento): un hombre y una mujer llegan a nuestros días  desde el futuro para cumplir una misión: grabar escenas de la vida de los jóvenes  actuales. Pero los encargados de controlar el teatro, un coro y un corifeo, no van a  permitir lo que consideran un espionaje. En el escenario veremos tanto las  relaciones de los visitantes con los ostentadores del poder en la sala, como algunas  de esas escenas grabadas: las relaciones entre algunos jóvenes.

Para finalizar, quiero dejar constancia de mi propósito de complementar este  documento con una propuesta de escritura de textos teatrales con ingredientes  propios de la educación para la paz.

Si se utiliza alguno de estos textos para un montaje teatral, el autor estará  encantado de recibir noticia del espectáculo. Gracias.

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Índice

Introducción4
Volar14
Refugiados17
Mi abuelo fue un esclavo20
Otro mundo I y II25
Jóvenes informadas contra la guerra39
Del día a la noche43
Sin móvil51
Tu móvil y mi bocadillo de salchichón53
La abuela de Fede (fragmento)58
Los raros (cuando el grito del moro) (fragmento)61
Quisimos tanto a Bapu (fragmento)63
La abuela Sol y las Trece Rosas (fragmento)69
Más allá del teatro… la vida (fragmento)72
Volverás a mirarme (fragmento)75

13

AYOUB, diecisiete años, IBRAHIM, catorce. Luz de ensoñación.

AYOUB: Este sueño no es vuestro sueño. No puede serlo. Mejor. Os veo ahí tan  cómodamente sentados… Yo vivo en una escollera rodeado de desperdicios, junto  a este mar tan grande que me aleja de vosotros.

Este mar que quisiera cruzar y no puedo. ¿Veis ese muro? (Señala a algún punto del  escenario.) No, no lo veis, ¿cómo lo vais a ver? Esto es Melilla, su puerto, detrás de  ese muro que no veis, de diez metros de altura, hay camiones que embarcan a la  península. Y en los camiones hay un bajo, cerca de las ruedas, algún día me  esconderé y me acercaré a vosotros.

(Entra IBRAHIN.)

IBRAHIN: Ayoub, Ayoub, ven. Corre. 

AYOUB: ¿Qué pasa ahora, Ibrahim? No ves que estoy ocupado.

IBRAHIN: Pues yo no te veo hacer nada.

AYOUB: ¿Qué vas a ver tú?

IBRAHIN: Que sí, ven, en la playa, mira lo que he hecho.

AYOUB: ¿Qué has hecho? Dímelo y si me gusta voy. Que ya conozco tus inventos. IBRAHIN: (Entusiasmado.) Yo, lo he construido yo. Yo solo.

AYOUB: (Le sigue la corriente.) Claro, tú solo.

IBRAHIN: He construido una barca con latas de refresco. De esas que están tiradas  por todas partes. De muchos colores. Es preciosa. Y ya la he probado y flota. Flota  muy bien.

AYOUB: ¿Y para qué la quieres? Tú nunca saldrás de aquí. Eres un niño. IBRAHIN: ¿Y qué? Pero sé navegar en mi barca.

AYOUB: Tu barca, tu barca. Yo no necesito barcas para salir de aquí.

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IBRAHIN: ¿No? ¿Y cómo vas a hacerlo? Tú si que estás loco. Loco de remate. Muy  muy loco. ¿En un camión? Ya te han pillado más de cinco veces… Vas a necesitar mi  barca, ya lo verás. 

AYOUB: Tu barca, tu barca de latas de refresco. No la necesito ¿Y sabes por qué? Eh,  ¿lo sabes? (Silencio. Miradas profundas entre uno y otro.) He aprendido a volar. Voy a  salir de aquí volando. ¿Ves aquellos montes de allí? Eh, Ibrahim, ¿los ves? (Señalará a  algún punto sobre el público.)

IBRAHIN: Sí.

AYOUB: Me subiré a ellos y desde el más alto, ese, ese de allí, saltaré. Y volaré.  Porque he aprendido a volar, Ibrahim. Ya vuelo perfectamente. Y llegaré allí, donde  tú nunca llegarás con tu barca de latas mal hecha.

IBRAHIN: ¿Mal hecha? Tú no la has visto, Ayoub. Es una obra de arte. La mejor y más  bonita barca. No puede fallar. He estudiado, en el puerto, cómo son las barcas y la  mía es mejor, mucho mejor. Mañana zarparé. Y si no quieres venir, peor para ti. La  he construido para dos, pero seguro que cualquiera quiere acompañarme. Zoher o  Mahir. Están deseando salir de aquí. Llegar a España, a Francia, a Europa o al Polo  Norte. Y tú te quedarás aquí o te ahogarás en el mar. Porque nadie puede volar,  Ayoub.

AYOUB: Sigues siendo un niño, Ibrahim. Ven mañana a la montaña de allí. ¿La ves?  Esa, la más alta. ¿La ves? y me verás volar. (Señala al cielo.) Desde allí arriba veré tu  barca inservible. Aunque sea de colores, jamás llegarás con ella al Polo Norte. Desde  allí arriba, te veré llorar de envidia cuando compruebes que soy capaz de cruzar el  estrecho, la península, Europa… Ibrahim, sería capaz de cruzar el planeta entero.

(Silencio. Miradas profundas entre uno y otro.)

IBRAHIN: Llévame, Ayoub, por favor. Llévame. (Silencio. Miradas profundas.) O  enséñame a volar.

(Oscuro muy, muy lento, mientras se miran profundamente en silencio. Se  abrazan. Muy pocos segundos de oscuridad. Luz “normal”. Vemos a AYOUB

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dormido, en el suelo, tapado con una sudadera vieja. Rodeado de basura.  Oscuro fulminante.)

De Ya no estás. Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado.  Publicado en formato digital en 2014.

16

Campo de refugiados sirio. CHAKIB Y SHIRIN tienen en torno a 15 años.

CHAKIB: ¿Damos unas patadas al balón? (SHIRIN, ensimismada, no contesta.) Eh,  Shirin, ¿qué te pasa?, ¿estás sorda? (SHIRIN sigue sin contestar.) Lo que me faltaba…  Sin poder salir de aquí y mi miserable amiga ni me contesta. (Se levanta dispuesto a  irse, comienza a salir.)

SHIRIN: (Alicaída.) Chakib, por favor, no te vayas.

CHAKIB: (Comprensivo.) A ver, Shirin, ¿qué te pasa? ¿Sigues con lo mismo? Ya te he  dicho mil veces que es mejor resignarnos, no podemos hacer nada. Algún día la  guerra terminará y podremos salir de este infernal campo de refugiados. Da gracias  a Alá de que pudimos salir vivos de la ciudad, huir de los bombardeos.

SHIRIN: Ya lo sé, Chakib, no es eso. Bueno, además… hay otra cosa. CHAKIB: Eres experta en meterte en problemas que no tienen solución. SHIRIN: Tal vez. (Pausa.) Ayer tuve un sueño.

CHAKIB: ¡Vaya novedad!

SHIRIN: No, no fue un sueño cualquiera. Fue un sueño muy vivo. Y desde que  desperté no se me va de la cabeza. ¡Era tan feliz, Chakib! ¡Y tú, tú también! Porque  estabas a mi lado. Como siempre, Chakib.

CHAKIB: Déjame de sueños. Estoy harto de sueños. De pesadillas. Todos en casa  tienen pesadillas. De noche mi casa es una casa llena de gritos, secos,  entrecortados.

SHIRIN: No, Chakib, mi sueño no fue una pesadilla. Es más, creo que se va a hacerse  realidad, muy pronto. ¡Vamos a dejar el campo de refugiados!

(CHAKIB se levanta dispuesto a irse, enfadado. SHIRIN se levanta también y se  interpone en su camino.)

SHIRIN: Venga, vamos a dar esas patadas al balón.

CHAKIB: No, ya no tengo ganas.

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SHIRIN: Venga, no te enfades. (Le coge una mano y se la besa. Él la rechaza.) Eres  terco. Pero me gustas.

CHAKIB: Cuéntame tu sueño. Sabías que lo ibas a contar, ¿verdad? Me conoces y  sabes que lo único que me salva es hablar contigo.

SHIRIN: Pero yo no quiero obligarte.

CHAKIB: Venga. (Le toma de la mano y la conduce junto a unas piedras donde se  sientan, muy juntos. Él le pasa un brazo por encima de su hombro. La mira.) Venga,  Shirin, cuéntame tu sueño.

SHIRIN: No sé. Se me ha quitado la ilusión. Ya no creo que se pueda realizar. CHAKIB: ¿Qué es lo que ha cambiado en tan poco tiempo?

SHIRIN: Lo de siempre, sin querer he mirado alrededor y… (Tal vez proyección de  imágenes de campos de refugiados sirios que se mantendrán hasta el final.) CHAKIB: ¿Y?

SHIRIN: Todo esto parece nuestra tumba.

CHAKIB: No digas eso. Mírame a mí. Imagina que estamos solos en una isla desierta.  Muy desierta. (SHIRIN, en silencio, mira al suelo, nuevamente ensimismada.) Por favor,  Shirin, háblame, mírame. Te pido perdón. De verdad, quiero escuchar tu sueño.  Aunque sea mentira. Aunque jamás salgamos de este infierno, ahora necesito tu  sueño. (Se levanta y da una fuerte patada al balón enviándolo muy lejos. SHIRIN sigue  en silencio, pero se ha levantado también. Con furia agarra a CHAKIB por el cuello y le  tira al suelo, rabiosa, le abofetea. Él se deja hacer.)

SHIRIN: (Llorosa.) ¿Quieres que te cuente mi sueño?

CHAKIB: Sí.

SHIRIN: (Lo dice con rabia, con mucha rabia, apretando con fuerza la camiseta del  joven.) Estábamos, tú y yo, solos, en una isla desierta. Nos dormíamos en la arena de  una playa con la arena blanquísima. 

(Silencio. SHIRIN se ha tumbado a su lado, tapándose la cara y refrenando el  llanto.)

CHAKIB: Y entonces venía una ola, nos mojaba y te despertabas. SHIRIN: ¿Cómo lo sabes?

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CHAKIB: Yo he soñado lo mismo.

SHIRIN: Chakib…, te quiero.

CHAKIB: (Abrazándola.) Shirin, estamos vivos.

(Oscuro lento, mientras se oyen bombas a lo lejos y el llanto de un niño que  permanecerá unos segundos sobre la oscuridad total.)

De Ya no estás. Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado. Publicado en formato digital en 2014.

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Los personajes son una pareja de adolescentes. Él, Óscar, catorce años, negro.  Ella, Paola, blanca, quince. Óscar está sentado en un banco. La espera. Entra  ella, deprisa, él se levanta, se abrazan y se besan. Permanecen abrazados.

ÓSCAR: ¿Qué pasa, Paola?

(Ella le besa.)

PAOLA: Gracias por venir.

ÓSCAR: Me has asustado.

PAOLA: Tenía que hablar contigo. ¿Te han dejado salir?

ÓSCAR: No. No se han enterado. Creo. ¿Y a ti?

PAOLA: Mi madre ha tomado pastillas para dormir.

ÓSCAR: ¿Pastillas? ¿Hay pastillas para dormir?

PAOLA: Sí, se las ha recetado el médico. Llevaba varios días llorando y venga a  llorar. (Se separa y se sienta en el banco. Él hace lo mismo.)

ÓSCAR: ¿Por qué?

PAOLA: Mi abuelo fue un esclavo.

(Silencio. Él la mira. Se levanta. Se mueve por el escenario, inquieto,  sobrecogido.)

ÓSCAR: ¿Un esclavo? (Pausa.) ¿Aquí hay esclavos?

PAOLA: Ahora, no, creo. Mi abuelo murió hace mucho. Veinte o treinta años, no sé.

(Nuevo silencio. Él la mira. Sigue moviéndose por el escenario, inquieto. Está  claro que las palabras de Paola le han afectado.)

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PAOLA: ¿Qué te pasa?

(Él no contesta.)

PAOLA: (Se levanta y le agarra del brazo.) ¿Quieres estarte quieto? ¿Qué te pasa?  (Pausa.) Si lo sé no te llamo. Quería que me consolaras.

(Silencio.)

ÓSCAR: Perdona, Paola, pero no sabía… que aquí también había esclavos. PAOLA: ¿También?

ÓSCAR: Tú no sabes por qué vinimos aquí.

PAOLA: Nunca has querido contárnoslo.

(Silencio. Se sienta en el banco, parece decaído. Ella le acaricia el pelo casi  rapado y le besa.)

PAOLA: Cuéntamelo.

ÓSCAR: Cuenta antes lo de tu abuelo. (Le da un beso.) Perdóname. (La abraza.)  Venga, cuéntamelo.

PAOLA: A ver si sé. Para mí es un lío. Me lo ha contado mi madre y no sé si lo he  entendido bien. Como se pone a llorar…

ÓSCAR: Seguro que sí sabes. Tú eres la chica más lista del mundo. PAOLA: Deja tus bromas ahora.

ÓSCAR: No es ninguna broma.

PAOLA: Mi madre lo está pasando mal. No quieren reconocer que mi abuelo fue un  esclavo. Ha tenido que denunciarlo en Argentina. Dice que trabajó en una fábrica  durante el franquismo cuando estaba preso.

ÓSCAR: ¿Franquismo?

PAOLA: ¿No sabes quién fue Franco?

ÓSCAR: No, nunca he oído ese nombre.

PAOLA: Fue un dictador, un militar que hubo en España.

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ÓSCAR: Sí, ¿y?

PAOLA: Él provocó una guerra y la ganó, después mataba o metía presos a los que  no estaban de acuerdo con él, los que defendían la democracia.

ÓSCAR: Sí que es un lío.

PAOLA: Creo que lo estudiaremos el curso próximo.

ÓSCAR: Pues a ver si me entero.

PAOLA: ¿Es que no has comprendido lo que te he contado?

ÓSCAR: Sí, Franco, una guerra, un dictador, tu abuelo en la cárcel. PAOLA: Tú sí que eres listo. Llevas dos años aquí y ya hablas español perfectamente. ÓSCAR: Un año, once meses y tres días.

PAOLA: ¿Lo cuentas?

ÓSCAR: Sí.

PAOLA: ¿Por qué?

ÓSCAR: Mi nueva vida. Otra vida. Ahora soy feliz.

PAOLA: Eres misterioso. Feliz y misterioso. (Le besa.)

ÓSCAR: Venga, sigue.

PAOLA: Cuando estaba en la cárcel le obligaron a trabajar, primero en una fábrica y  luego en una obra, como albañil. Y no le pagaban. Dice mi madre que el constructor  se hizo rico. Todo ganancias.

ÓSCAR: Un esclavo.

(Vuelve a levantarse. Ahora no camina. Mira al espacio infinito desde la  embocadura del escenario. Ella también se levanta y le abraza desde su  espalda.)

PAOLA: Venga, Óscar, cuéntamelo. Creo que mi historia te ha recordado, algo. ¿No? ÓSCAR: Sí.

(Silencio. Él se separa. Se sitúa frente a ella mirándola fijamente.)

ÓSCAR: Mi padre fue un esclavo. Y yo estuve a punto de serlo. (Pausa. Ella le acaricia  la cara.) Mi padre murió en una mina de diamantes. Un ejército rebelde de mi país,

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Sierra Leona, le había secuestrado para que trabajara para ellos. Con su venta  compraban armas. Alguien sin conciencia hacía un buen negocio. (Pausa. Le cuesta  hablar.) Un día, mi padre no se encontraba bien, las condiciones de trabajo eran muy  duras, y se paró a descansar. Un militar intentó levantarle a la fuerza, él no podía y  se resistió. El militar le golpeó con su fusil. Al caer contra el suelo se dio con una  piedra en la nuca. Algunos intentaron ayudarle pero el militar les apuntó con su  arma para que no lo hicieran. Nos contaron que murió desangrado. (Paola lo  abraza.) Déjame terminar. No quiero volver a recordarlo nunca más. (Pausa.) Unos  meses después, los militares intentaron cogerme a mí, pude escapar por muy poco.  Casi todos mis amigos no tuvieron mi misma suerte, ahora estarán allí, trabajando  en la mina o como soldados. Entonces mi madre decidió huir. Salimos a escondidas y  después de dos años conseguimos llegar a España. Por favor, no me pidas que te  cuente cómo. No quiero. Fue muy duro. (Paola le llena de besos.)

PAOLA: Óscar, tenemos que contar lo que nos ha pasado.

(Óscar se separa de ella.)

ÓSCAR: ¿Contarlo? No. Eso sí que no. No sé por qué te lo he contado a ti.  PAOLA: Mi madre dice que es necesario.

ÓSCAR: A mí no me importa lo que diga tu madre. Yo ya he olvidado. PAOLA: ¿Cómo puedes decir eso? No es verdad, no has olvidado.  ÓSCAR: (Claramente enfadado.) Por tu culpa.

PAOLA: ¿Qué dices? No puedes dar la espalda a todo lo que me has contado. ÓSCAR: Sí puedo. Quiero olvidarlo por completo. Poco a poco iba desapareciendo.  En parte gracias a ti. Pero esta noche has tenido que venir con la historia de tu  abuelo. Que murió hace veinte o treinta años. A mí qué me importa.

(Paola se sienta, ofendida, en el banco.)

PAOLA: Nunca me habías hablado así. Siento algo extraño en tu mirada.

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(Óscar, efectivamente, la está mirando con una expresión diferente. Algo entre  la humillación y el rencor se remueve en su interior. Da unos pasos, indecisos, y  se acerca a ella. Sin embargo, se detiene bruscamente y sale corriendo del  escenario, enfurecido. Ella sigue sentada en el banco, desolada, tal vez llore.  Mira hacia donde ha salido, esperando que vuelva. Pasa un tiempo, que, así, sin  palabras, con la única presencia de Paola sobre el escenario, se hace largo. La  luz, poco a poco, se irá debilitando hasta casi hacerse el oscuro total. Da a  entender que la obra se acabará así. Sin embargo, la presencia, callada, de  Óscar en el mismo lateral por donde ha salido provocará que la luz, también  muy lentamente, se vaya recuperando. Se acerca, despacio. Se sienta a su lado y  le pasa su brazo por el hombro. Paola se deja acariciar y reposa su cabeza en el  pecho de Óscar. Así permanecen durante unos segundos.)

PAOLA: Óscar, voy a contarlo. Voy a escribir en el periódico del instituto. Mi abuelo  no pudo. ¿Te parece mal?

ÓSCAR: No. Cuéntalo. (Pausa.) Paola.

PAOLA: ¿Qué?

ÓSCAR: Ayúdame a olvidar. Por favor.

(Silencio. Paola le mira fijamente.)

PAOLA: Sí. 

(Paola le besa. Se irá haciendo el oscuro muy lentamente, ahora sí, hasta la  oscuridad total.)

Publicada en el volumen El tamaño no importa V. Textos breves de aquí y ahora,  editado por la asociación Autoras y Autores de Teatro en 2015

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Los mapas de la escuela,

todos tenían mar,

todos tenían tierra.

¡Yo sentía un afán

por ir a la escuela…!

Soñaba el corazón

con mares y fronteras,

con islas de coral

y misteriosas selvas…

Soñaba el corazón…

¡Oh sueños de escuela!

Concha Méndez

Excursión del instituto al campo. El grupo ha llegado a su punto de destino. Un  profesor se aleja un poco y se sienta debajo de un gran pino. Le veremos con  una máscara con expresión de tristeza. Le siguen un alumno y una alumna de 2º  o 3º de la ESO, Vero y Arturo. Se sientan a su lado, él a su derecha, ella a su  izquierda.

VERO: Profe, ¿qué te pasa?

PROFESOR: ¿A mí?

ARTURO: Sí. Has estado callado todo el viaje y toda la ruta.

VERO: Pareces muy triste.

PROFESOR: (Intenta disimular.) ¿Triste yo?, ¿qué dices, Vero? Si estoy muy contento,  aquí en este bello lugar, con estas vistas maravillosas, y con buena compañía. ¿Qué  más se puede pedir?

ARTURO: ¿Por qué te has venido aquí tú solo entonces?

(Silencio. El profesor mira alternativamente a uno y otro.)

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PROFESOR: Bueno, estoy un poco cansado y quería tumbarme a descansar. Ya  sabéis, la edad no perdona.

VERO: Ni el tabaco.

PROFESOR: ¿El tabaco?

ARTURO: Sí, sabemos que fumas.

PROFESOR: Eso es un infundio.

ARTURO: ¿Un qué?

PROFESOR: Una información falsa.

VERO: Te hemos visto al salir del instituto. Aunque te escondas, lo sabemos todo de  los profesores.

PROFESOR: ¿Todo?

VERO: Más de lo que tú te crees.

PROFESOR: Ya será menos.

ARTURO: Yo me voy a comer el bocadillo, que tenemos poco tiempo antes de  volver al autobús. (Saca un bocadillo envuelto en papel. VERO le imita.) VERO: ¿Nos lo podemos comer aquí, contigo?

PROFESOR: Claro.

ARTURO: ¿Tú no has traído comida? Si quieres puedo compartir el bocadillo contigo. PROFESOR: Sí, sí he traído, gracias, pero no tengo hambre.

VERO: Ves, te pasa algo.

PROFESOR: Si no os importa, mientras os coméis el bocadillo, yo me tumbo un poco  y echo un sueñecito. Cuando sea la hora, me llamáis si me he dormido. ARTURO: Vale, profe.

(El profesor se recuesta, apoya su cabeza en una mochila. Se hará un oscuro  breve y fugaz. Con la nueva iluminación, tal vez diferente –según el gusto del  director o directora–, veremos que el profesor está solo. Viste la misma ropa  que antes, pero ya no lleva máscara, comprobamos que es un joven de la edad  de los anteriores. Se incorpora, mira a su alrededor, se pone en pie, inquieto.)

PROFESOR: (En voz alta primero, luego grita.) ¡Vero, Arturo! ¡Vero, Arturo! (Recorre  el escenario, el campo, tal vez baje al patio de butacas. Está muy nervioso. No ve a

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nadie. Vuelve a gritar.) ¿No hay nadie aquí? (Está desolado, no sabe qué hacer. De su  mochila coge el móvil, pero por su gesto parece que no funciona, se ha quedado sin  batería o no tiene cobertura. Se sienta encima de una piedra y recoge su cabeza entre  sus manos.) Para qué habré venido. Si no me apetecía nada. Claro, he pensado que  era mi última excursión. ¿Y qué, qué más daba que fuera la última? Maldito  sentimentalismo. (Vuelve a la misma posición, oculta su cara entre sus manos.  Silencio. Se oyen los pájaros y una suave música hasta que unos segundos después  aparecen por un lateral ARTURO Y VERO, pero ahora visten él de blanco y ella de  negro. Se acercan sin hacer ruido hasta el profesor quien cuando empiecen a hablar se  sobresaltará. La música cesará bruscamente.)

VERO: Chico, ¿te pasa algo?

PROFESOR: ¡Qué alegría, Vero! ¿Dónde estabais? ¡Qué susto más grande! VERO: ¿Qué dices, quién eres? ¿Cómo sabes que me llamo Vero?

PROFESOR: ¿Y esa ropa, Arturo, de dónde la habéis sacado?

(Vero y Arturo se miran muy extrañados.)

VERO: ¿Cómo sabes también el nombre de mi amigo? ¿No serás un colaborador de  los Señores de la Guerra?

PROFESOR: No te entiendo, Vero. ¿Qué dices? Por favor, Arturo, dime algo. Esta se  ha vuelto loca. ¿Señores de la Guerra? 

VERO: Arturo, casi no puede hablar, tampoco le gusta. Se reserva para momentos  muy especiales. Pero yo sé lo que quiere decir con solo mirarle. Y quiere decir que  estás muy loco.

PROFESOR: Vero, Arturo, ¡soy vuestro profesor!

VERO: (Que como hará frecuentemente antes de hablar, mira a Arturo.) ¿Profesor?  ¿Qué quiere decir esa palabra?

PROFESOR: El que os enseña cosas en clase. Soy vuestro profesor de Lengua. Deja  de tomarme el pelo, por favor. Lo estoy pasando muy mal.

VERO: ¿Te refieres a que eres un miserable mediador interactivo? Eso es imposible.  Eres demasiado joven.

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(El profesor vuelve a sentarse en la piedra, agacha su cabeza, parece no poder  más. Los dos chicos le miran y se miran entre ellos.)

ARTURO: (Con alguna dificultad.) Ayuda.

VERO: Sí, Arturo, necesita nuestra ayuda. (Al profesor.) Chico, poco podemos hacer  por ti, pero si nos dices cómo, tal vez podamos ayudarte.

PROFESOR: Gracias, quien quiera que seáis. Me encuentro muy mal, estoy mareado  y muy, muy confuso.

VERO: (Saca algo de su bolsillo, algo parecido a un terrón de azúcar.) Ten, tómate  solo la mitad y devuélveme la otra.

PROFESOR: ¿Qué es?

VERO: Un reconstituyente condensado. Mastícalo deprisa. No tiene buen sabor,  pero es muy eficaz.

(El profesor, con un poco de aprensión, se lo toma. Cara de asco. Después de  ingerirlo, estira sus brazos en varias direcciones como si se desperezara.)

PROFESOR: Sí, realmente me encuentro mucho mejor. Gracias. Muchas gracias.  ¿Quiénes sois, qué hacéis aquí?

ARTURO: (Siempre que hable lo hará con esfuerzo.) Huir.

VERO: Huimos de los mediadores interactivos y de los Señores de la Guerra.

(De pronto se oye el ladrido de muchos perros, el sonido se aproximará con  rapidez. Los dos chicos cogen al profesor de la mano y buscan un lugar en el  escenario o entre el público donde esconderse. Permanecerán así durante unos  segundos hasta que deje de oírse a los perros. Cuando parece que ha pasado el  peligro, dejan el lugar donde se han escondido.)

ARTURO: Miedo.

VERO: Tranquilo, Arturo. No van a encontrarnos. Nosotros nos vamos, si quieres,  puedes venir con nosotros.

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PROFESOR: No puedo, debo esperar aquí, por si regresan a por mí. Pero antes de  iros decidme quiénes sois, por qué os escondéis.

VERO: Arturo, ¿crees que podemos confiar en él?

ARTURO: Bondad, ojos.

VERO: Arturo dice que se ve la bondad en tus ojos. Hemos huido de nuestras casas  porque no soportamos más. Nos obligan a pasar horas delante de un ordenador,  para que aprendamos, dicen. Eso por la mañana, y por la tarde nos preparan para la  guerra.

PROFESOR: ¿Entonces no sabéis qué es un instituto?

VERO: No. Es una palabra desconocida. ¿Qué quiere decir?

PROFESOR: Es un lugar donde los chicos y chicas de vuestra edad aprenden con la  ayuda de profesores y profesoras, donde se habla de paz, de amor, de justicia.  Donde se comparte la tristeza y la alegría. Donde se habla y se escucha y se planea  un mundo mejor. Donde el arte llena el espíritu de sosiego y esperanza.

ARTURO: Quiero… allí.

VERO: Arturo quiere ir allí. No me puedo creer que un lugar así exista. ¿Cómo  podemos encontrarlo?

PROFESOR: No lo sé. No sé dónde estoy. No sé qué ha pasado. Yo estaba con unos  alumnos en una excursión al campo, tal vez me quedé dormido… Mis alumnos eran  como vosotros, pero sin vuestra ropa, blanca y negra. Ojalá esté soñando y me  despierte junto a ellos.

ARTURO: No sueño.

VERO: No, no es un sueño, chico. (A Arturo.) Tenemos que irnos, aquí corremos  peligro.

ARTURO: Miedo.

VERO: Ven con nosotros.

PROFESOR: No puedo. Sé que volverán a recogerme. Debo esperar en este lugar. VERO: Nos gustaría volver a verte, profesor.

ARTURO: Amigo.

PROFESOR: Gracias, Arturo. Que tengáis mucha suerte. Hacéis bien en huir de  vuestro mundo.

VERO: Adiós.

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ARTURO: Adiós.

(VERO y ARTURO salen. El profesor mira su salida. Les dice adiós con un gesto  de su mano. Mira a su alrededor. Se tumba en el suelo mirando al cielo con la  mochila de almohada. Oscuro brusco y breve. El profesor de nuevo con  máscara, a su lado VERO y ARTURO con la misma ropa del principio.)

VERO: Vaya siesta que te has echado, profe.

PROFESOR: No me he dormido, solo estaba pensando.

ARTURO: Venga, no disimules, te hemos oído roncar.

PROFESOR: He oído todo lo que decíais.

ARTURO: A ver, de qué hablábamos.

PROFESOR: Vero te ha preguntado que cómo sería el profesor que vendrá cuando  yo me haya ido. Y tú le has contestado que más joven, más guapo, que tal vez una  mujer, y que menos gruñón.

ARTURO: Eso no lo he dicho, te lo has inventado.

PROFESOR: Ya, era una broma. Aunque yo sé que soy un poco gruñón. VERO: Sí, eso es verdad. ¿Y después?

PROFESOR: Después os habéis callado. He oído como masticabais vuestro bocadillo.  Y yo me he puesto a pensar, pero sin dormirme.

VERO: ¿Y en qué has pensado?

PROFESOR: He imaginado lo que pasaría si un día desaparecieran los institutos. Tal  vez escriba algo sobre eso. Una obra de teatro.

ARTURO: ¿Y qué pasaría?

PROFESOR: ¿Tú qué crees?

ARTURO: (Mira a VERO.) No sé qué pasaría en el futuro, pero si hubieran  desaparecido antes, hubiera sido una putada.

PROFESOR: (Falsamente enfadado.) ¿Cómo?

ARTURO: Bueno, una faena.

PROFESOR: ¿Por qué?

ARTURO: Porque no hubiera conocido a Vero. (Esta le lanza un beso.)

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PROFESOR: ¿Cómo? Que vosotros sois… novios… o como se diga ahora. Qué  calladito lo teníais.

VERO: No nos gusta llamar la atención.

ARTURO: Lo aprendimos de ti. ¿No te acuerdas? El arte de la prudencia. En un texto  de los que leemos en clase.

PROFESOR: Pues la verdad es que no me acuerdo. Bueno, nos tenemos que ir. VERO: ¿Nos cuentas ahora en el autobús lo que has imaginado?

PROFESOR: Por supuesto. Aunque da un poco de miedo.

ARTURO: Me gustan las historias de miedo.

PROFESOR: Vamos.

Oscuro15

15 La representación puede terminar aquí ya que tiene un desenlace o continuar con la  siguiente escena.

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VERO: Me gustaría volver a ver a ese chico. Ni siquiera nos ha dicho su nombre.  (Mira a Arturo, que calla.) ¿Y si volviéramos al lugar donde lo dejamos? Solo ha  pasado un día. (Silencio.) Sí, yo también tengo miedo. Pero no sabemos dónde ir.  Estas montañas son un laberinto. No encontramos ningún camino. Tal vez estemos  cerca, tengo la sensación de estar dando vueltas. (Pausa.) Y de encontrarlo, ¿dónde  nos llevará? Ya sé que solo era un chico como nosotros, pero parecía que sabía más.  ¿Volvemos? (Arturo hace un gesto levantando los hombros.) Dijo que era profesor,  aunque no acabo de creerlo. Los mediadores interactivos no parecen tan jóvenes.

ARTURO: Chico, no joven. Chico, mayor.

VERO: ¿Mayor?

ARTURO: Chico, no real. Solo deseo.

VERO: Ahora no te sigo, ni mirándote a los ojos.

(ARTURO parece hacer un esfuerzo por hablar, lo veremos luchar con sus  dificultades.)

ARTURO: Tu y yo, su imaginación. Él viaja a su juventud. Hablar con otros, no  nosotros.

VERO: Ya te entiendo, quieres decir que solo existimos en su imaginación. Ojalá. Así  cuando deje de pensar en nosotros, desaparecerá nuestro sufrimiento. Puede ser.  Lo que no se le ocurra a Arturo. (Le besa suave y brevemente en los labios.) Vamos.

(Oscuro muy breve.)

VERO: Yo diría que fue aquí.

ARTURO: Aquí.

(Aparece en escena el profesor, sin máscara, joven como ellos.)

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PROFESOR: Vero, Arturo, qué alegría. Os he oído hablar.

(ARTURO Y VERO se abrazan a él.)

VERO: No sabemos dónde ir. Tenemos hambre y frío. Hemos pensado que tal vez  nos puedas ayudar.

PROFESOR: Me gustaría, pero llevo esperando desde que me dejasteis y no puedo  entender lo que ha pasado. Es como si la tierra se hubiera tragado a mis alumnos y a  mis compañeros.

ARTURO: Frío, fuego.

PROFESOR: Sí, deberíamos intentar encender una hoguera para pasar la noche. La  pasada me costó mucho, pero lo conseguí.

VERO: Nosotros no pudimos, no tenemos cerillas ni mechero. Pero nos dimos calor  durmiendo abrazados.

(Por un lateral aparecen dos alumnos, un chico y una chica. Son también VERO Y  ARTURO. Visten como en la primera escena. No importará para la  representación que no se parezcan, como se verá. Los llamaremos VERO2 y  ARTURO 2.)

VERO 2: Profe, ¿dónde te habías metido?

ARTURO 2: Vaya susto. Llevamos buscándote desde ayer. (Mirando a los chicos.) ¿Estos quiénes son, profe?

PROFESOR: Se llaman como vosotros. Están huyendo.

(VERO les ilumina con su linterna, entonces ve bien al profesor.)

VERO 2: (Con sorpresa.) ¡Pero profe! ¿Qué te ha pasado? Has rejuvenecido, pareces  un chico como nosotros.

ARTURO 2: Es verdad. ¿Cómo lo has hecho?

PROFESOR: (Se toca la cara.) No sé, yo no he hecho nada.

VERO 2: No puedes ser el profe.

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ARTURO 2: Lleva su misma ropa y su voz es igual. Y se parece un montón. VERO 2: Pero nadie puede rejuvenecer.

ARTURO: No re… real.

PROFESOR: ¿Qué quieres decir, Arturo?

VERO: Quiere decir que lo que estamos viviendo es todo resultado de tu  imaginación

PROFESOR: No sé… 

ARTURO: Tú… decir… algo. No… sabes.

VERO: Dice que tú quieres decir algo, pero que no sabes cómo.

PROFESOR: Bueno, eso me pasa a menudo… y no me ocurre esto. ARTURO: Algo importante. Muy… necesario.

PROFESOR: Sí, te entiendo, Arturo. Gracias, pero sigo sin aceptar que lo que dices  pueda suceder, que mi imaginación cree algo que tenga vida propia. VERO 2: Perdona, profe, pero tenemos que irnos. Hay mucha gente buscándote. ARTURO 2: Hasta ha venido la guardia civil. No veas el dispositivo que se ha  montado.

PROFESOR: Venid con nosotros.

ARTURO: No posible.

VERO: Podemos intentarlo.

ARTURO: Sí, pero no posible.

VERO 2: Venga, seguidnos.

(Van hacia un lateral. Salen primero ARTURO2 y VERO2, pero cuando van a salir  el profesor, ARTURO Y VERO chocan con algo imaginario que se lo impide y  caen al suelo por el impacto. Al producirse los golpes, sonará algún ruido  estridente, un destello de luz y después se hará un OSCURO breve. Al hacerse  nuevamente la luz, esta deberá ser muy débil, veremos al profesor a VERO Y  ARTURO alrededor de una fogata.)

VERO: Hacía tiempo que no me encontraba tan bien. Este fuego es maravilloso. Me  gusta mirar detrás y solo ver la oscuridad total.

ARTURO: Miedo.

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VERO: ¿Tienes miedo?

ARTURO: Sí.

VERO: Nadie se atrevería a traspasar la oscuridad. Chico… o profesor, ¿qué te pasa?,  estás muy callado. ¿Todavía te duele la cabeza?

PROFESOR: Sí, me he dado un buen golpe. Todavía no sé con qué. ARTURO: Realidad.

VERO: Creo que quiere decir que no has podido acceder a la realidad, estás o  estamos presos en tu imaginación.

PROFESOR: Parece imposible. 

(De pronto aparecen tres personas uniformadas de negro. Llevan linternas. Se  abalanzan sobre ARTURO, VERO y el profesor, los inmovilizan con violencia, a  pesar de una inútil resistencia. Solo hablará uno de ellos, el que lleva una  estrella plateada en el pecho. ARTURO y VERO están muy asustados, incapaces  de articular palabra.)

SEÑOR DE LA GUERRA: Bien, se acabó vuestra huida. Ahora de vuelta a casa. No  creo que os guste el castigo que os hemos preparado. Y veo que nos habéis  conseguido a otro huido. ¿Quién eres?

PROFESOR: Soy un profesor.

(El SEÑOR DE LA GUERRA le apunta con una pistola.)

SEÑOR DE LA GUERRA: Tú vuelve a burlarte de mí y comprobarás la última versión  de descargas eléctricas.

PROFESOR: Pero es verdad, puedo explicarlo to… (Antes de que termine la palabra  “todo”, recibe una descarga, se retuerce de dolor. ARTURO y VERO se agitan  angustiados.)

SEÑOR DE LA GUERRA: Apartaos del fuego, juntaos allí. (Señala a algún lugar un  poco apartado. Los tres lo hacen, el profesor, evidentemente dolorido.) Sé que no vais  a intentar nada. Hasta que se haga de día, disfrutaremos nosotros de este buen

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fuego. Gracias, muchachos. Si queréis hablar para planificar una nueva huida, podéis  hacerlo, así vuestra frustración será todavía mayor, estúpidos.

VERO: Chico, ¿cómo estás?

PROFESOR: Mal, me duele todo el cuerpo. Siento que no tengo fuerza. ARTURO: Lo sé. A mí… también.

VERO: Lo sentimos mucho, por nuestra culpa, ahora estás aquí.

ARTURO: No… su imaginación.

PROFESOR: Ojalá tengas razón y pueda dejar de imaginar para que desaparezca  todo esto.

VERO: No sé… A pesar de todo, yo quiero vivir.

ARTURO: No… así.

VERO: Tienes razón, Arturo. (Como puede se acerca a él, intenta recibir su calor.) PROFESOR: Casi no puedo pensar, ¿cómo voy a dejar de imaginar?

(A partir de este momento, veremos a ARTURO decirle algo a VERO quien se lo  comunica al profesor.)

VERO: Arturo dice que le perdones, con el miedo aún le cuesta más hablar. Me ha  pedido que intente transmitirte lo que piensa. 

PROFESOR: Bien, no te preocupes, Arturo. Lo entiendo. Yo también estoy muerto  de miedo.

VERO: Yo también. No quiero volver a ese mundo del que huimos. (Pausa.) Dice que  tú eres joven y quieres decir algo importante.

PROFESOR: Perdona, Arturo. Voy a hacerte preguntas, a ver si así soy capaz de  entenderte. Yo no soy joven, voy a cumplir sesenta años y hoy debería ser el día de  mi jubilación. ¿Por qué tengo este aspecto? ¿A quién quiero decir algo importante? VERO: Arturo dice que solo son hipótesis, pero que tal vez quieras decirles algo a los  que han sido tus alumnos y alumnas, a los jóvenes, y como no sabes cómo quieres  ponerte en su lugar.

PROFESOR: Bueno, tiene algún sentido. Sí es verdad que he dado muchas vueltas a  cómo despedirme, qué decirles el último día. De hecho, ayer en el autobús no

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paraba de darle vueltas a eso. Pero, ¿por qué imagino esto, a vosotros huyendo y a  estos seres tan espantosos que os persiguen? (Como si le hubiera oído nombrarle, el  SEÑOR DE LA GUERRA se acerca con la pistola de descargas en la mano.) SEÑOR DE LA GUERRA: ¿No estaréis hablando de nosotros? Cuidado, porque si oigo  algo que no me guste, tendré que hacer uso de esto.

PROFESOR: No, hablamos de cómo deberemos comportarnos en el futuro. SEÑOR DE LA GUERRA: Eso está muy bien, hay que aprender de los errores. (Se  retira.)

PROFESOR: Creo que la conversación con ese tipo, me ha dado una pista. En el  autobús pensaba en el futuro, en vuestro futuro, en el de los jóvenes. (Silencio. El  profesor parece concentrarse.) Dadme un momento. (ARTURO y VERO aprovechan  para acomodarse intentando estar muy juntos.)

ARTURO: Tran… quilo.

VERO: Dice que intentes relajarte.

PROFESOR: En esta situación me resulta imposible. Todo ha cambiado tanto…  Pienso sobre todo en vosotros, en lo que os espera… ¿Cómo puedo imaginar un  futuro así?

VERO: Arturo dice que es posible que en tu presente veas ya algunos síntomas y…  te preocupen.

(Silencio. Gesto de concentración del profesor.)

VERO: (A ARTURO.) Si no lo consigue, ¿qué vamos a hacer?

ARTURO: Huelga.

VERO: ¿Huelga?

ARTURO: Hambre.

VERO: ¿Qué es eso? ¿De dónde te lo has sacado?

ARTURO: Aquí… no. (Hace un gesto señalando a sus captores.)

VERO: Consiste en no comer, claro.

ARTURO: Para… la libertad.

VERO: Para pedir la libertad.

ARTURO: Es… nuestra.

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PROFESOR: Amigos, creo que ya lo entiendo, aunque no estoy seguro. A ver qué os  parece. Como decía Arturo, es una hipótesis. Era… o es algo muy sencillo, tal vez  quisiera deciros: que aprendáis a organizaros, a juntaros, para que no os engañen.  Para reclamar, sobre todo, que es urgente salvar nuestro planeta y a las personas  que sufren en él.

(Una extraña luz lo ilumina todo. Los tres uniformados se levantan y salen con  lentitud. ARTURO y VERO se despojan de sus ataduras, se levantan, sin decir  nada, besan al profesor y salen. El profesor se levanta, se adelanta hasta la  embocadura y se queda mirando fijamente al público. Al cabo de unos  segundos, se pondrá la máscara con la que le veíamos durante la primera  escena. Aparecen VERO2 y ARTURO2.)

VERO 2: Menos mal que hemos llegado, si dura un poco más el viaje, poto. ARTURO 2: Pues yo me he dormido.

VERO 2: ¿Y tú, profe, ya has pensado cómo te vas a despedir de nosotros mañana?  ¿Traerás unos bombones, no?

PROFESOR: Sí, claro, ya los he comprado.

ARTURO 2: ¿Y el discurso?

PROFESOR: No es un discurso. Es una obra de teatro. ¿Me ayudáis a leerla? VERO 2: Claro, profe. Pero no llores mucho.

PROFESOR: Eso espero.

ARTURO 2: Yo llevo pañuelos, no te preocupes.

VERO 2: Bueno, hasta mañana, gracias por acompañarnos.

PROFESOR: (Mirando cómo salen diciéndole adiós con un gesto alegre y juvenil.) Adiós, muchachos.

Oscuro muy lento.

Texto publicado en el libro Después de mucho tiempo (Diálogos teatrales para jóvenes  sobre educación), Editorial Alfasur Juvenil, 2023.

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No quiero

que mi hijo desfile,

que los hijos de madre desfilen

con fusil y con muerte en el hombro;

que jamás se disparen fusiles,

que jamás se fabriquen fusiles.

(Del poema No quiero, Ángela Figuera Aymerich)

Tres chicas jóvenes. Pueden estar en una casa, en el patio del instituto, en un  parque… En esta ocasión no es determinante. Será muy importante que se  note una buena sintonía entre las tres. Tienen libros abiertos, pueden ser de  texto o de lectura placentera libremente elegida. Tal vez de teatro.

LU: Dicen que van a venir chicos ucranianos al instituto.

ALICIA: ¿Solo chicos?

LU: Bueno, no se sabe, supongo que chicos y chicas.

CLARA: Pues en mi clase ya no cabe nadie.

ALICIA: Tiene que ser terrible tener que huir de tu país.

LU: Bueno, por la guerra sí, pero a mí me gustaría irme de aquí.

CLARA: ¿Adónde?

LU: No sé. A algún sitio donde no haya tanta gente.

ALICIA: Mira que te he oído decir cosas raras, pero como esta… LU: Tienes razón, pero no sé… Creo que con esto de la guerra algo se me ha  revuelto aquí. (Se señala a la cabeza.)

CLARA: Creo que te entiendo. Yo también siento que algo nuevo me está pasando y  no me gusta. Y ha sido desde que sigo las noticias sobre la guerra. Por más que lo  pienso no me cabe en la cabeza. ¿Por qué los invaden? Y esas casas destrozadas y  tantos muertos.

39

ALICIA: Mi padre dice que toda la culpa es de los fabricantes de armas y de los  gobiernos que los apoyan. Que si las fabrican y se las compran será porque quieren  utilizarlas. Debería estar prohibido. Eso dice… Y está muy triste. Nunca he visto a mi  padre tan triste. Le pregunto, pero me responde que todavía soy una niña, que no  me preocupe, que me divierta. Creo que se equivoca, yo quiero saber. CLARA: Pues entonces como mi madre. Hasta ha dejado de poner la calefacción y va  a trabajar en bicicleta, en la mía.

LU: ¿La calefacción? ¿Qué tiene que ver?

CLARA: Por lo visto, si en todos los países se dejara de comprar gas y petróleo a  Rusia, no tendrían dinero para financiar la guerra. Que ella no va a contribuir,  aunque no sabía si lo que hacía servía para algo, por si acaso. Pero tampoco me ha  dado muchas explicaciones, dice lo mismo que tu padre, que soy una niña, que ya lo  comprenderé. Estoy harta de que me trate así.

LU: ¿Qué frío no?

CLARA: Es cuestión de abrigarse. Además, ya no hace tanto.

ALICIA: Se lo voy a decir a mi padre, a lo mejor hacemos lo mismo y no se siente tan  mal.

LU: Pues yo a mis padres no se lo digo.

ALICIA: ¿Por qué?

LU: No sé, están muy raros. Casi no se hablan. 

CLARA: Chicas, ¿qué está pasando?

ALICIA: ¿A qué te refieres, Clara?

CLARA: ¿Os habéis dado cuenta de lo poco que nos reímos? De lo poco que se ríe en  casa. En el instituto pasa lo mismo.

LU: Sí, pero ya veréis cuando lleguen los ucranianos o las ucranianas… Será peor.  No creo que tengan muchas ganas de risas.

ALICIA: Pues a lo mejor les viene bien reírse. Para dejar de pensar en su huida. LU: Tendremos que ayudarles.

CLARA: Sí. Yo además este sábado pienso ir a la manifestación contra la guerra y el  militarismo.

ALICIA: Yo te acompaño.

LU: Y yo, aunque no me gustan mucho las manifestaciones.

40

CLARA: ¿Por qué?

LU: Porque hay mucha gente.

ALICIA: Ojalá, pero mira que te ha dado fuerte con la gente.

LU: Ya. Yo creo que fue por lo de la pandemia.

CLARA: Es que vaya racha que llevamos.

A partir de este momento deberá notarse un cambio en los personajes, cierta  excitación, cierto entusiasmo.

ALICIA: Creo que deberíamos hacer algo. No nos podemos rendir. LU: Bueno, ya vamos a hacer algo. Vamos a ir a la manifestación. CLARA: Y ayudar a los refugiados que vengan.

ALICIA: Yo me refiero a que deberíamos hacer algo que nos cambie. LU: ¿Y si hacemos caso a la profesora de Historia? Acordaos que siempre nos dice  que lo fundamental es estar informadas.

ALICIA: Sí, es verdad. Podríamos empezar por saber si es tan terrible lo que dice mi  padre sobre la fabricación de armas.

CLARA: Claro y saber más de la no colaboración con el gas y el petróleo. ¿Tendrá  razón mi madre?

LU: Y eso también ayudaría para lo de cambio climático. También deberíamos  informarnos.

ALICIA: Tenemos 16 años, ya está bien de comportarnos como niñas. Mira los  ucranianos, habrán tenido que madurar de golpe.

CLARA: Yo todavía tengo 15, pero tienes razón. 

LU: Yo no me pienso dejar llevar por lo que me digan. A lo mejor es verdad que  somos mucha gente en poco espacio. Fíjate en mi clase, somos treinta y dos, no  cabe ni un alfiler. Yo estoy agobiada toda la mañana. Me informaré si esto es legal. CLARA: ¿Qué os parece si vamos a la biblioteca, a los ordenadores? LU: Vamos.

ALICIA: Sí, vamos. (Antes de salir.) También podríamos buscar algo divertido para los  ucranianos.

LU: O ucranianas.

41

CLARA: ¡Qué buena idea! ¿Y si buscamos en la colección esa de teatro para jóvenes  que está en la biblioteca? 

LU: Ay sí, ¿cómo se llamaba?

ALICIA: No sé qué del tamaño16. (Salen.)

Texto publicado en el libro Después de mucho tiempo (Diálogos teatrales para jóvenes  sobre educación), Editorial Alfasur Juvenil, 2023.

16 Se refiere a la colección de obras El tamaño no importa. Teatro breve juvenil, de  varios autores y autoras, editado por la asociación Autoras y Autores de Teatro (AAT).  Hasta el momento forman parte de la colección 12 números que se utilizan en la  campaña de “Encuentros en el aula”, que facilita que alumnos, alumnas y dramaturgos y  dramaturgas hablen de teatro.

42

PERSONAJES:

GLORIA

CHUSA

IRA

KRISTA

(Todos los personajes tienen la misma edad, entre quince y diecisiete años.) ESCENA PRIMERA

Una chica de unos quince años se arregla delante del espejo. Se pinta. Se prueba  diversos vestidos y los va abandonando como si no le gustara ninguno. Suena  una música moderna, muy fuerte, y ella baila a ratos mientras hace todo lo  demás. Se llama GLORIA. Transcurridos unos instantes entra una amiga suya,  CHUSA.

CHUSA: Hola Gloria. Gloria, hola. (Chillando.)

GLORIA: (Se vuelve la segunda vez.) Hola Chusa.

CHUSA: (Chillando.) Baja un poco esa música.

(GLORIA la baja.)

GLORIA: ¿Qué haces aquí? ¿Aún no te has preparado? Hemos quedado en el “TÚ NO  VERÁS” dentro de una hora. 

CHUSA: Ya lo sé, pero yo me arreglo enseguida. Además quería pedirte algo. GLORIA: Como siempre. Con toda la ropa que tienes y siempre se te antoja lo de las  demás.

43

CHUSA: Bueno, para algo están las amigas.

GLORIA: Hablando de amigas, ¿sabes si va ir la Lola?

CHUSA: Creo que sí, ¿por qué?

GLORIA: Me he enterado de que la Lola está por Carlos, El Patas, y Carlos es mío.  Como se acerque a él se va a liar. 

CHUSA: Me parece que exageras. Ella tiene derecho a acercarse a quien quiera. Esto  es una guerra y que gane la más fuerte.

GLORIA: Pues te aseguro que sé quien va a ganar.

CHUSA: Yo también. No te preocupes, la Lola no tiene nada que hacer. A Carlos no  le gustan las punkis.

GLORIA: Bueno, eso espero. Cambiando de tema, me llevarás en la moto, ¿no? CHUSA: Si convenzo a mis padres. El otro día les dijeron que me habían visto sin  casco y a 150.

GLORIA: Desde luego los hay chivatos.

CHUSA: Es lo malo de vivir en un sitio pequeño. (En ese momento suena una música  que les gusta.) Sube esa canción, me flipa.

(GLORIA la sube y las dos empiezan a bailar.)

GLORIA: (Dando voces.) Nos lo vamos a pasar de miedo esta noche. CHUSA: (Dando voces también.) Yo voy a coger una… Bueno, que se hace tarde. Me  llevo tu bodi rojo. (Lo coge y comienza a irse.)

GLORIA: De eso nada, el bodi rojo me lo pongo yo. (Lo coge y baja la música.) CHUSA: No seas así, Glori, bonita. (Haciéndole carantoñas.)

GLORIA: No me hagas la pelota, he dicho que no.

CHUSA: Hagamos un trato, tú me dejas el bodi y yo te vigilo a la Lola la primera  hora, ¿vale?

GLORIA: Toma, Siempre te sales con la tuya, no sé cómo lo haces.

OSCURO17

17 En diversas representaciones que se hicieron de este texto, entre escena y escena se recitaba un poema.  Los poemas seleccionados han cambiado.

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ESCENA SEGUNDA

Poca luz. Quizás unas velas. Una chica sentada en el suelo con la cabeza entre  las manos. Tiene frío, se frota constantemente su cuerpo. Se llama IRA. Aparece  otra chica muy abrigada con una bolsa de plástico entre las manos. Se sienta a  su lado. Sin decir nada. Se llama KRISTA. El silencio dura varios segundos. Krista  pasa su brazo por el hombro de Ira y la estrecha.

KRISTA: Siento mucho lo de tu hermano. Es injusto que sucedan estas cosas… ¿Cuántos años tenía?

IRA: (Que tarda en contestar y lo hace de forma entrecortada.) Siete, sólo siete. (Nuevo silencio.)

IRA: (Se levanta y camina alrededor de KRISTA, quien la mira como asustada.) Sarajevo  debería desaparecer. Pero no por el ataque de las bombas, yo quisiera que se hiciera  invisible, que todos nosotros nos convirtiéramos en humo, en viento y que  pudiéramos recorrer las ciudades del mundo y recordar día tras día que algo sobra  en nuestras manos, que algo hay que desinventar… (Se para y recorre su cuerpo con  las manos, con rabia, como queriendo borrarlo.)

KRISTA: No entiendo bien lo que dices, ¿qué es lo que sobra?

IRA: Sobran las balas, Krista, las balas. (Pausa.) O quizás sobre el pan, quizás no  debamos esperar en una cola larga, larga, larga, delante de la panadería… (Se sienta  abatida. KRISTA la abraza de nuevo.)

KRISTA: Tienes que esforzarte. Todo esto no puede durar ya demasiado. No nos  pueden matar a todos, eso no ha ocurrido nunca en una guerra… y ya quedamos  pocos.

IRA: Sí, quedamos pocos, y los que quedamos quizás también estemos muertos sin  saberlo.

45

(Silencio. IRA y KRISTA se cogen de la mano.)

KRISTA: Ira, quiero pedirte algo, aunque sé que no es el mejor momento. IRA: Dime, Krista. Ayudarnos es lo único que podemos ofrecer.

KRISTA: El abrigo de tu hermano no quedó destrozado, ¿verdad? IRA: No, las granadas sólo le destrozaron las piernas.

KRISTA: A mi hermano le vendría bien ese abrigo, tiene seis años y pasa mucho frío. IRA: Lo siento. Has llegado tarde. Ya han venido cuatro familias a pedirlo. Se lo  dimos a la primera. Si me entero de que a alguien le sobra uno, te lo diré. KRISTA: Gracias. (Saca de una bolsa un trozo de pan y le ofrece, lo parte en dos.) IRA: No tengo hambre. 

KRISTA: Tienes que comer, cuando esto termine alguien tiene que crear un nuevo  Sarajevo.

IRA: (Gritando y zarandeando a su amiga.) Cuando esto termine, cuando esto  termine… Estoy harta de oír eso. Esto no va a terminar nunca. ¡Nunca!

OSCURO

ESCENA TRES

Las dos amigas de la primera escena. Están sentadas con cara de cansancio.

CHUSA: Vaya una que se lió anoche.

GLORIA: La culpa la tuvieron ellos.

CHUSA: Creo que a Rafa se lo llevaron al hospital.

GLORIA: No me explico cómo dejan entrar a gente con navajas.

CHUSA: Menos mal que los separaron a tiempo.

GLORIA: Sí, pero han prometido que se vengarán. Se lo merecen. CHUSA: El próximo día va a ser peligroso ir a la discoteca. A mí no me parece bien  todo esto.

GLORIA: Un poco de riesgo y de aventura nunca viene mal.

46

CHUSA: Esta violencia me recuerda otras violencias que salen en la televisión y no  me gusta nada.

GLORIA: ¿La televisión? En la televisión yo sólo veo los concursos y las series  americanas.

CHUSA: ¿No ves nunca los telediarios?

GLORIA: ¡Qué asco! Buahh.

CHUSA: El otro día vi unas imágenes de la guerra de Sarajevo, me puse a pensar qué  sería de nosotras si nos pasara algo parecido.

GLORIA: Yo prefiero no pensar en esas cosas. Y además no sé qué relación puede  tener lo del Sarajevo ese y lo que ocurre en nuestra discoteca.

CHUSA: La violencia, no me gusta la violencia.

GLORIA: (Acercándose a CHUSA y revolviéndole el pelo.) Eres un poco cobardica. CHUSA: (Separándose.) Déjame, Gloria. Tú eres demasiado valiente y me estoy  pensando no salir más con ellos.

GLORIA: Ni se te ocurra decir eso… Puede que haya una nueva pelea, pero después  todo se olvida.

CHUSA: Esperemos que sea así. Que nuestra discoteca no salga en los periódicos  como otras. Que nadie tenga que arrepentirse de nada.

GLORIA: Bueno, olvídalo. ¿Te vienes esta tarde a comprar algo de ropa? CHUSA: (Cambiando de tono.) Eso ni se pregunta. ¿A qué hora quedamos?

OSCURO

ESCENA CUARTA

Las dos chicas de la segunda escena. Están escondidas debajo de una mesa.

IRA: Parece que han dejado de sonar.

KRISTA: Aún retumban en mis oídos.

IRA: Salgamos.

KRISTA: No me atrevo. En cualquier momento pueden volver a empezar. IRA: Tenemos que buscar algo de madera para calentarnos.

47

KRISTA: Espera un poco. Todavía me tiemblan las piernas.

IRA: (Abrazándola.) Estás temblando. (Pausa.) ¿Te puedo contar algo que me pasó el  otro día?

KRISTA: ¿Es muy triste?

IRA: ¿Se puede contar algo alegre de nuestras vidas? Pero no te asustes. Incluso se  le puede buscar el lado bueno.

KRISTA: Venga, cuenta.

IRA: El otro día me encontré con Drazen. Iba a buscar agua con su madre. Ésta le  dijo que si quería que se quedara hablando conmigo un rato. Él no dijo ni sí ni no,  pero se quedó. Estuvimos mirándonos mucho tiempo sin hablar. La situación era un  poco incómoda. Yo, para romper el hielo, le pregunté por su familia y él me  respondía con monosílabos. Qué distinto era todo a cuando nos veíamos antes de la  guerra. A mí me gustaba, y él creo que también sentía algo por mí. Salimos solos  varias veces y no paraba de hablar ni un solo momento. Me encantaba su forma de  hablar, su risa contagiosa… Y ahora es incapaz de pronunciar dos palabras seguidas.  Su mirada está ausente, como si contemplara el vacío. Su madre llegó tirando de un  carrito con varios bidones llenos de agua. Él se despidió de mí con un adiós y… con  una caricia en la mejilla. (Pausa.) Esta es toda la historia.

(Silencio.)

KRISTA: Todos estamos cambiando mucho. A veces sueño cómo será nuestra vida  sin esta guerra. Y lo único que consigo recordar es que estoy contigo bailando en  una discoteca y luego comprando ropa en unos grandes almacenes. IRA: Fíjate, a mí ya no me atraen todas esas cosas. Si hoy terminara la guerra creo  que mi vida sería totalmente distinta a la de antes. Me gustaría estudiar y escribir  libros sobre los horrores de la guerra, para que a nadie se le ocurra empezar una  nueva.

KRISTA: (Abrazándola.) Ira, te quiero mucho.

IRA: (Emocionada y acariciándola.) Anda, vamos, no nos pongamos más tristes.  Vamos a buscar leña. (Salen las dos.)

48

OSCURO

EPÍLOGO18

Salen los cuatro personajes y se sientan en la embocadura del escenario. Miran  al público y se dirigen a él.

IRA: Yo aún no he escrito ese libro salvador. Hoy volvemos a ser personajes de otra  guerra en la misma zona de Europa. Otros jóvenes sentirán lo mismo que nosotras  entonces.

KRISTA: Mi hermano ya no tiene frío. Nuestra guerra terminó, pero otros niños  sufren las mismas calamidades. Y tengo preguntas sin respuestas. ¿Cuándo parará la violencia? ¿Cuándo dejarán de fabricar armas? ¿Quién las vende? ¿Quién las compra? GLORIA: Nuestra discoteca salió en los periódicos. Hubo una nueva pelea y Jorge,  uno del grupo, murió por los golpes recibidos. Después de esto entendí las palabras  de Chusa.

CHUSA: En el telediario se repiten imágenes parecidas a las de entonces. Yo ahora  me manifiesto por las calles contra la guerra, recojo ayuda para enviar a las víctimas  y sueño con un mundo mejor.

MUJER QUE RECITA: Muchos de nosotros nos tapamos los ojos ante las injusticias  que hay en el mundo, y sólo los abrimos cuando nosotros somos los afectados. Pero  abridlos un poco y mirad a vuestro alrededor. Si estuvierais en su lugar os gustaría  que os prestaran ayuda. Sólo piden comprensión, amor y ayuda. (Pausa.) Yo sigo  buscando palabras que expresen el dolor, el sufrimiento, para a partir de aquí  sembrar, lentamente, la esperanza. Como decía el poeta, se canta lo que se pierde.  Pero, al recitar poemas, encuentro respuestas a las dudas que me invaden.

OSCURO

18 Este epílogo se escribió de forma colaborativa con motivo de una nueva  representación de la obra en el IES Valle-Inclán de Torrejón de Ardoz (Madrid) en  1999, coincidiendo con la última guerra en los Balcanes. Las alumnas que me lo  propusieron, además de querer llamar la atención sobre lo que estaba ocurriendo,  querían recuadar dinero con el que ayudar a los damnificados y a las damnificadas.

49

DICIEMBRE DE 1993-MAYO DE 1999

El texto se incluye en el libro La abuela de Fede y otras historias, editado por  Ediciones de la Torre en 2001.

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MONÓLOGOS ESTUDIANTILES

DIECINUEVE

CÉSAR: Hoy me han invitado a que hable en las jornadas culturales del instituto. La  semana que viene. Estoy nerviosísimo. Ya verás, se van a reír, como siempre. La  profesora dice que no, que si hay risas intervendrá ella. Y todo por el artículo que  escribí el curso pasado para nuestro periódico. Tampoco me inventé nada, lo había  leído en Público y sólo lo resumí un poco. Bueno, también vi luego un vídeo de una

organización en Youtube. Ella dice que no me ha invitado por el artículo sino por lo  que hice después. Estoy muy nervioso, no sé cómo me atreveré a subir allí ante  todos. Con lo que se han reído. Y solo por no querer tener un puto móvil. Se reirán  otra vez, ya lo verás. No es solo por lo del coltán y por lo de la guerra. Además así no  me controla nadie. Antes, cuando me retrasaba un poco ya estaba mi madre…  También, como no puedo hablar por teléfono, hablo y quedo más con mis amigos y con Lorena. Lorena me ha dicho que también se va a desenganchar del móvil. Que  le dé tiempo, que no es tan fácil. Yo no la obligo, cada uno que haga lo que quiera.  Yo, simplemente, me cabreé cuando leí esa noticia e investigué un poco más. Y lo  tiré. Sí, lo tiré, podía haberlo vendido, pero no, me cabreé y lo tiré. Luego me enteré  de que se podía reciclar, no lo sabía y me dejé llevar por el cabreo. Supongo que  algo tendré que decir con lo del coltán, bueno, si puedo, porque con los nervios que  tengo… Eso de hablar en público no es lo mío. A ver si ensayo un poco. (A partir de  aquí leerá de unas hojas que ha sacado del bolsillo.) El coltán es una aleación de la que  se extrae el tantalio, este, por sus cualidades, es insustituible en la fabricación de los  teléfonos móviles, consolas de videojuegos y todo tipo de equipos electrónicos. Si es tan necesario podríamos pensar que el país que tuviera yacimientos, sería un país  próspero, pero no es así. Todo lo contrario, esta riqueza es su miseria. En la 

19 http://www.youtube.com/watch?v=1Y8-0VCvBig

http://www.publico.es/ciencias/244572/coltan-el-futuro-insostenible

http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=1162520

http://elpais.com/elpais/2012/02/29/opinion/1330535854_387176.html

51

República Democrática del Congo, donde se encuentran los yacimientos más  importantes, hay guerras provocadas y financiadas por el control de las minas. Se  explota a niños y adolescentes que trabajan por míseros sueldos o son esclavizados.  Se estima que por cada kilo de coltán han muerto entre dos y tres niños. Los grupos  armados que controlan su extracción violan y asesinan a mujeres y niñas. Los  bosques y su fauna también están en peligro. (Pausa, guarda los papeles.) Seguro  que no soy capaz de leerlo. Me pondré a temblar y… (Silencio. Se mueve nervioso,  pero con decisión, como si se estuviera dando cuenta de algo.) Bueno, a lo mejor  tiemblo, pero lo que voy a decir es importante, muy importante, no se puede consentir que nadie se forre a partir del sufrimiento de los demás, no se debe  consentir. A lo mejor tiemblo, pero a lo mejor la gente se lo piensa y no cambia cada  dos por tres de móvil o lo recicla o deja de dar tanta importancia a estos y otros  aparatos. (Oscuro trepidante.)

Publicado en mi blog de teatro, 2013.

52

(Del encuentro de los monólogos estudiantiles Una chica  normal y Sin móvil)

Recreo. César está sentado en el suelo. Saca un bocadillo envuelto en papel de  aluminio, en ese momento entra SARA y se sienta a su lado. Se saludan.

SARA

Me gustó lo que dijiste el otro día.

CÉSAR

¿Lo de los móviles?

SARA

Sí.

CÉSAR

Desde entonces todo el mundo me mira como si fuera un marciano. SARA

Un poco raro sí que eres.

CÉSAR

Ves. Tú también.

SARA

Pero me gustó, de verdad. Te admiro.

CÉSAR

¿Qué me admiras y dices que soy raro?

SARA

Tienes que aceptarlo. No pasa nada. (Le suena el móvil, mira quién es y lo corta,  incómoda.) Perdona, lo apago. (Lo hace.) Ves, a mí por lo menos, me hiciste dudar.  Esos datos… Puede que tengas razón.

CÉSAR

No, si razón creo que tengo, además no lo necesito. De verdad. Pero sentir todas  esas miradas clavadas a tu espalda… es duro.

SARA

53

¿Y cómo te las arreglas para quedar con tus amigos?

CÉSAR

No tengo muchos. Como ya lo saben, o me llaman a casa, al fijo, o me vienen a  buscar o voy yo a la suya.

SARA

¿Y cómo miras cosas en YouTube o en Google?

CÉSAR

En casa no tenemos ordenador tampoco, por el dinero que cuesta. Así que si quiero  mirar algo, voy a la biblioteca y sin problemas.

SARA

Bueno, visto así, no parece tan complicado.

CÉSAR

No lo es.

SARA

Y además tienes la conciencia tranquila. Después de lo que contaste de las guerras  del coltán… 

CÉSAR

Sí, es muy fuerte, y lo de los niños explotados y los niños soldados… SARA

(Cortándole.) Para, para. Otra vez no. (Saca el móvil, lo mira apagado.) Dan ganas de  tirarlo. Pero creo que necesito un periodo de transición. Me conformaría con no  depender de él.

CÉSAR

En lo que pueda ayudarte…

SARA

Gracias, César. Ya me has ayudado. A abrir los ojos, por lo menos. (Pausa.) ¿No te  comes el bocadillo? Que se nos pasa el recreo. (Ella saca una manzana.) Yo no tomo  nunca bocadillos, solo como fruta a estas horas.

CÉSAR

(Mientras desenvuelve el bocadillo.) Sí, más sano.

SARA

(Mira con extrema atención el bocadillo de CÉSAR.) ¿No te irás a comer eso? ¿Qué es?

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CÉSAR

(Con cara de incredulidad.) Salchichón. ¿Qué pasa?

SARA

No, nada. Que me extraña en ti. Yo soy vegetariana. (Se separa un poco de él al  tiempo que mira con asco el bocadillo.) No entiendo cómo la gente sigue comiendo  carne. ¿Tú sabes el sufrimiento al que someten a los animales para fabricar eso que  estás comiendo?

CÉSAR

¿Fabricar?

SARA

Fabricar, elaborar…, como quieras. ¿Ahora te vas a poner tiquismiquis con las  palabras?

CÉSAR

No, no. Perdona. Es que nunca había pensado en eso.

SARA

¿Y tú no sabes que, en parte, el cambio climático está relacionado con las grandes  explotaciones ganaderas? Un informe reciente de Greenpeace dice que el modelo  más importante de ganadería industrial en España es totalmente insostenible. Por el  agua que consume y por las emisiones de CO220.

CÉSAR

(Mirando al bocadillo, preocupado.) ¿Y qué hago ahora? Tengo hambre. SARA

(Saca una manzana de su mochila.) Toma. Siempre traigo de más por si me encuentro  a alguien como tú.

CÉSAR

¿De verdad?

SARA

No, tonto, es por si tengo hambre al salir. Cógela.

CÉSAR

(Coge la manzana y la muerde.) Está buena. ¿Y no comes nada de carne?   

20 https://es.greenpeace.org/es/sala-de-prensa/comunicados/el-modelo-predominante-de-ganaderia industrial-en-espana-es-insostenible/

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SARA

Nada.

CÉSAR

¿Y qué te dicen en casa?

SARA

Nada, mi madre está de acuerdo. Ella también está empezando.

CÉSAR

Pues no sé qué opinarían en casa si les dijera que no quiero comer carne. ¿Pescado  tampoco?

SARA

Tampoco.

CÉSAR

Bueno, eso no me importa, no me gusta mucho. Mis padres creo que no iban a estar  de acuerdo. Son muy carnívoros.

SARA

Pues si te decidieras, tendrías que convencerles. Como casi has hecho conmigo con  lo del móvil.

CÉSAR

(Pega otro mordisco a la manzana.) No es lo mismo que el bocata, pero está buena.  Oye, ¿y tú vas diciendo por ahí que eres vegetariana?

SARA

No a todo el mundo. Cuando sale el tema.

CÉSAR

¿Y no te miran con caras extrañas?

SARA

Un poco sí. Y me pasa lo mismo que a ti, no me gusta ser mirada. Yo siempre había  pensado que era una chica normal. Hasta que empecé a pensar en esto, a leer, a  informarme. Y me decidí.

CÉSAR

(Con tono desenfadado.) Vaya, tú también eres un poco rara.

SARA

(Igual que él.) No tanto como tú. Yo creo que lo del móvil es peor.

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CÉSAR

(Continuando la gracia. Saca su bocadillo.) Pues yo entre tu móvil y mi bocadillo de  salchichón, me quedo con este. ¿Quieres?

SARA

(Saca su móvil.) Pues yo voy a mirar la composición de tu salchichón. ¿Te la cuento? CÉSAR

No. Mejor no. Me lo guardo para cuando no estés. Yo también voy a necesitar un  periodo de transición.

SARA

En lo que pueda ayudarte…

CÉSAR

Pues sí, apoyo mutuo. Nos vendrá bien.

SARA

¿Qué te parece si quedamos mañana y seguimos hablando?

CÉSAR

Muy bien. ¿Nos vemos aquí?

SARA

Vale.

(Cada uno sale por dirección opuesta. Oscuro momentáneo. Luces. Antes de  salir del todo, asegurándose de no ser vistos por el otro, él saca el bocadillo y  pega un buen mordisco; ella enciende el móvil y mira sus mensajes. Ahora sí,  oscuro final.)

Forma parte de un conjunto de obras cortas que titulé Entremonologos  (estudiantiles). Lo publiqué en mi blog en 2018

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ESCENA NOVENA

(Al día siguiente. FEDE escucha música en su walkman, LOLA estudia, FEDERICA  lee una revista y URPIANO lee el periódico.)

URPIANO: Mirad esta foto, ¿esta de aquí no es la abuela?

(Todos menos FEDE acuden a ver el periódico.)

FEDERICA: Sí, es mi madre, ¿cómo no? En primera fila, siempre en primera fila. Claro,  ahora me explico que llegara tarde anoche. Se pasó la tarde detenida. A quién se le  ocurre encadenarse al Ministerio de Defensa.

LOLA: Pues ha salido guapa la abuela. Y el poli ese está un poco brusco con una  pobre ancianita.

URPIANO: Como que va a saber el pobre hombre que se trata de una señora con  nietos. Si parece una chavala.

FEDERICA: Fede, ven a ver a la abuela. (FEDE no oye a su madre, FEDERICA le tirará  una zapatilla.)

FEDE: (Sobresaltado.) ¿Qué pasa?

FEDERICA: Ven a ver a tu abuela en el periódico.

FEDE: ¿En el periódico? Sí, es la abuela, yo también estuve y este de aquí es Miguel.

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Fuimos todos, Susana, Elvis, Mamen, Luis, Lidia, Miguel y yo.

URPIANO: No quiero que vuelvas a ir a este tipo de manifestaciones. FEDE: Pero hay que hacer algo contra la guerra.

URPIANO: Pues escribe una carta al periódico.

FEDE: Ya lo hemos hecho también.

URPIANO: Federica, tu madre es una influencia negativa para Fede. Tendrás que  hablar con ella.

FEDE: Tú sí que eres una mala influencia. Con tu pasotismo ante todo lo que ocurre. URPIANO: Vaya, ahora el mocoso me va a dar lecciones. A mí, que soy presidente de  la Asociación Española de Odontólogos.

FEDE: ¿Qué tiene que ver eso con los problemas sociales?

FEDERICA: Ya está este hablando como su abuela. En cuanto salga de la ducha, voy  a hablar con ella. (La abuela aparece con un albornoz y una toalla enrollada en el pelo.) ABUELA: Federica, ¿qué es eso que me querías decir?

FEDERICA: Ya te hemos visto en el periódico.

ABUELA: ¿Ha salido? A ver, déjame. Qué raro que lo hayan publicado. Últimamente  no sacan nada. (La abuela mira el periódico.) Bah, sólo una foto. No explican nada de  lo que pedimos. Como siempre.

FEDERICA: A Urpiano y a mí no nos gusta que involucres en tus cosas a Fede y sus  amigos.

ABUELA: Ya son mayorcitos para decidir si están a favor o en contra de algo tan  importante como una guerra, ¿no crees?

FEDERICA: Pero era una manifestación ilegal.

ABUELA: Qué curioso. Una manifestación pacífica es ilegal y bombardear un país no.

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FEDERICA: Yo no sé nada de eso, pero Fede no volverá a salir contigo. FEDE: Pues me tendrás que encerrar.

URPIANO: A lo mejor a quien encerramos es a tu abuela.

ABUELA: No me hagas reír, Urpiano. Tú eres incapaz de impedirme salir. ¿Cómo me  vas a controlar si siempre tienes que atender a clientes tan importantes como a  Alejandro Sanz. Por otra parte, esta casa es tan mía como tuya y saldré de ella  siempre que me parezca.

FEDERICA: Bueno, pero deja de meter tus ideas en la cabeza de Fede. ABUELA: Mis ideas son más interesantes que las tuyas, por eso Fede les presta más  atención. Es un joven sano y sensible.

FEDE: (Le da un beso a su abuela.) Gracias.

LOLA: Cuando termine el curso, yo también iré con vosotros a las manifestaciones. ABUELA: De acuerdo, hija, pero ojalá entonces ya todo haya terminado. FEDERICA: Mamá, eres imposible.

(…)

La abuela de Fede, Ediciones de la Torre, 2001, primera edición.

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CABEZA RAPADA 1: Pero mira, si se ha quedado solito el jefe de los marginados. (El  terapeuta va a decir algo pero del Cabeza Rapada 1 se acerca a él con una navaja  haciendo gestos de que se calle.) Como abras la boca te corto el cuello, hijo puta. ¿Es  que quieres comerme el coco otra vez con tus palabras como antes? Esta vez no.  ¿Me oyes? Como abras la boca te corto el cuello. (Pausa. Se sienta a su lado y pone los  pies encima de la mesa.) Me he cruzado con esos dos. Han hecho como que no me  veían. Han pasado de largo sin decirme nada. ¡Han pasado de mí! ¡Has roto mi tribu,  hijo puta! No sé si rajarte ahora mismo. (Le pasa la navaja por el cuello.) Pero no has  acabado conmigo. Sobra gente que quiera destrozar a la mierda como tú. (El  terapeuta va a hablar, pero el Cabeza Rapada 1 le aprieta un poco la navaja contra el  cuello.) ¡He dicho que te calles! ¿No te gusta tanto escuchar? Pues ahora me vas a  escuchar tú a mí. Yo también me he sentido extraño. Yo también he sentido que me  miraban como un bicho raro. ¿No es eso lo que querías oír? Pues ya lo estás oyendo,  cabrón. (El Cabeza Rapada 1 está a punto de llorar.) Sí. Te gustaría verme llorar,  ¿verdad? Pues que sepas que como derrame una sola lágrima no escapas de aquí  con vida. Nadie me ha visto llorar. (Pausa.) Bueno, sí. Una vez. Me vio llorar mi chica.  La dejé esa misma tarde. Fue el día en que me metí en el grupo. Yo tenía quince  años. Dos menos que ahora. Siempre me había atraído la violencia de la televisión,  los videojuegos sangrientos. Conocí a un grupo ultra a través de internet y me uní a  él. El primer día que salí a patrullar con ellos fue horrible, lo pasé fatal. Encontramos  a un moro durmiendo en un parque. Le inflamos a hostias. Yo solo le di una patada  en el estómago. El chilló y su grito se me clavó aquí dentro. (Se señala la cabeza.)

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Cuando nos separamos, yo salí con mi chica. Se lo conté. Y me puse a llorar. Ella me  dijo que yo era una mierda por hacer eso. (Pausa.) No la he vuelto a ver. Pero me  siento raro porque cada vez que pego a alguien vuelvo a oír el grito del moro.  (Silencio. El Cabeza Rapada 1 pasea nervioso alrededor del terapeuta, que le observa  con miedo.) No sé qué hacer contigo. (Silencio.) Joder, me siento bien por habértelo  contado. (Silencio.) Aún recuerdo el teléfono de Vero. Joder, me encantaba esa  chica. (Se acerca al teléfono y marca.) ¿Vero? Soy yo, Óscar. ¿Te acuerdas? (…) Sí, el  facha asesino. (Mira al terapeuta.) Bueno, en realidad aquello hace tiempo que lo  dejé. (…) Sí, me habían comido el coco. (Vuelve a mirar al terapeuta.) Pero conocí a  un psicólogo de esos que me ha ayudado mucho. Estuve en una terapia. Bueno, si  nos vemos, te puedo contar con más detalle. (…) ¿Que te da miedo? Oye, que yo ya  soy otro, de verdad. Vale, piénsatelo. Te llamo mañana. (Cuelga.) Como no quede  conmigo, te corto el cuello, gilipollas. Por tu culpa me he acordado de ella. (Da una  patada en la silla en la que está sentado el terapeuta y sale deprisa. El terapeuta respira  profundamente, aliviado. Se acerca al equipo de música y pone una música clásica  relajante. Se sienta en el centro del escenario. Cierra los ojos. Intenta tranquilizarse.  Lentamente se va haciendo el OSCURO.)

Publicada por Ediciones de la Torre en 2010

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SEGUNDO ACTO

ESCENA 1ª

(Casa de SOLE. Sus amigos forman un círculo alrededor de ella, quien, de pie, se  dirige a ellos.)

SOLE: Os he convocado para que conozcáis algo muy importante. REME: Venga, tía, suéltalo. No me gustan los misterios.

LUCAS: Ya tuvo que saltar la…

REME: (Cortándole.) Que te calles.

JESÚS: Para que el impacto no sea demasiado fuerte hemos pensado en  planteároslo como un juego, una especie de acertijo.

LUCAS: ¿Nos hemos perdido algo?

REME: ¿De qué vas? ¿Qué nos vamos a perder?

LUCAS: Pues que Jesús ya lo sabe. ¿Por qué él sí y nosotros no?

REME: ¿Tú que crees? Que ya te dijimos que están liados. Que nunca te enteras de  nada.

LUCAS: ¿Sí?

SOLE: Sí.

LUCAS: Ah.

CLARA: Dejad eso. A ver ese acertijo. ¿Qué es eso tan importante? JESÚS: Algo que no tiene piernas.

(LIDIA se levanta, seria.)

LIDIA: Oye, que yo me voy.

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REME: Ya decía yo que aguantaba mucho aquí.

CLARA: Lidia, nos gustaría ayudarte.

LIDIA: No podéis. Hasta luego.

(Sale deprisa.)

EVA: Otro misterio. Tendríamos que cogerla un día entre todos y obligarla a hablar. JESÚS: Esa chica necesita ayuda.

LUCAS: El próximo día no se nos escapa sin que hable.

CLARA: Bueno, vamos con esto. O sea, que no tiene dos piernas. REME: Una mesa.

LUCAS: Una silla.

JESÚS: Respira.

REME: Lucas.

LUCAS: Yo sí tengo piernas.

REME: A cualquier cosa llamas piernas.

LUCAS: ¿Vas a seguir metiéndote conmigo?

EVA: Venga, sí, dejadlo, que nos distraemos.

SOLE: Es un animal.

CLARA: ¿Y está aquí?

SOLE: Sí. 

CLARA: Pues muy fácil, la tortuga que te regaló tu madre.

SOLE: Sí.

REME: ¿Y eso es tan importante?

JESÚS: Además de una tortuga es una persona.

REME: Venga tío, quédate con otros.

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LUCAS: Pero ¿de qué vais?

CLARA: No puede ser.

EVA: Estáis zumbaos, os ha sentado mal el noviazgo.

JESÚS: Alguien muy importante.

SOLE: Alguien que ya murió y se ha reencarnado en tortuga, en mi tortuga. (Los amigos se miran con escepticismo, pero siguen lo que consideran una  broma.)

REME: Un papa.

JESÚS: No.

LUCAS: Alfonso XIII.

JESÚS: No.

EVA: Alejandro Sanz.

JESÚS: Alejandro Sanz no ha muerto.

CLARA: John Lennon.

JESÚS: No. 

SOLE: Una pista. El otro día lo vimos en clase.

REME: El profe de Lengua, el calvo.

JESÚS: Os hemos dicho que está muerto.

REME: Pues el de Lengua lo parece.

SOLE: Es alguien muy importante.

CLARA: ¿Y lo vimos el otro día en clase?

SOLE: Sí.

CLARA: Ya lo sé. Gandhi.

JESÚS: Premio.

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EVA: (Admirada.) Jo, tía, siempre das en el clavo.

REME: ¿Estáis locos? Sí, estáis locos.

JESÚS: No.

LUCAS: Venga ya. Es imposible. Le pegaron un tiro y la palmó, lo vimos en el vídeo. JESÚS: El hinduismo cree en la reencarnación. Tal vez sea verdad. SOLE: Buscadla y os hablará.

LUCAS: Pero no puede ser.

JESÚS: Buscadla.

(Un tanto dubitativos, CLARA, EVA, LUCAS y REME se levantan y empiezan a  mirar. JESÚS va diciendo frío o caliente. Después de unos instantes CLARA la  encuentra en algún lugar de la habitación.)

CLARA: Aquí está. (La coge.)

VOZ: Hola, chicos.

(Grito de EVA y de CLARA, ésta deja rápidamente la tortuga en el suelo, casi  dejándola caer. REME se abraza, asustada, a LUCAS, asombrado por la reacción  de REME. Ésta se da cuenta enseguida y se separa fingiendo asco.)

VOZ: No os asustéis, sólo soy una tortuga. Bueno, en otros tiempos fui Gandhi, pero  mis amigos me llamaban Bapu. (Silencio.) ¿Vosotros tampoco creéis en la  reencarnación?

LUCAS: La verdad, no mucho.

REME: Yo nada.

EVA: Mi madre siempre dice que en su otra vida fue una estrella de cine muy  famosa, que por eso ahora le gusta tanto el cine. Tiene más de mil películas en  vídeo.

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CLARA: Pero si te has reencarnado en tortuga, ¿por qué hablas?

VOZ: Eso tampoco yo lo sé. He meditado intentando descubrir el misterio, pero no  he hallado la respuesta.

REME: ¿Eres el auténtico Gandhi, el que liberó por medios no violentos a la India de  los ingleses?

VOZ: Bueno, yo fui uno de los que contribuyó a ello.

REME: A mí eso de la no violencia no me acaba de entrar en la cabeza. VOZ: No quiero soltar un discurso ahora que acabo de conoceros. Solo te diré que  yo pensaba y sigo pensando que el porvenir de la India y del mundo depende de la  adopción de la no violencia. Es el medio más inofensivo y el más eficaz para hacer  valer los derechos políticos y económicos de todos los que se encuentran oprimidos  y explotados. Permite que progrese la causa de la paz, según los anhelos más  fervientes de la humanidad.

EVA: Qué bien habla, como tú, Clara.

CLARA: El profe nos dijo el otro día en clase que si el mundo hubiera utilizado esa  forma de solucionar los conflictos todo sería de otra manera.

VOZ: Tal vez tenga razón vuestro profe. Pero pensadlo vosotras, tenéis que ser  críticas y reflexionar sobre lo que os dicen en clase.

LUCAS: Lo estoy viendo y oyendo y no me lo creo. 

EVA: Es que es muy fuerte.

SOLE: ¿Qué os parece? ¿No es maravilloso vivir con Gandhi?

LUCAS: Bueno, no sé…

REME: Tú siempre poniendo pegas a todo.

LUCAS: Es que estoy flipando.

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REME: Tú flipas por todo.

CLARA: Dejadlo ya. Gandhi, ¿por qué no nos cuentas cosas de la India? VOZ: Como queráis.

(SOLE coge la tortuga y todos se sientan alrededor. Música.)

OSCURO BREVE

Publicada por Ediciones de la Torre en 2010

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Durante21

III.

Estación de metro utilizada como refugio antiaéreo. Entran deprisa las tres  chicas que veíamos en la escena II de Antes.

CHICA UNO: Menos mal que nos ha pillado cerca del metro.

CHICA TRES: Cada vez me dan más miedo las bombas.

CHICA DOS: ¿Qué les habremos hecho para que nos bombardeen a todos? Si hay  unos cuantos locos que no se quieren rendir que les tiren a ellos. CHICA UNO: ¿Qué dices?, tú estás tonta. Esos locos, como tú dices, nos están  defendiendo a todos. Están defendiendo la República.

CHICA DOS: Y a mí qué me importa la República. Yo sólo quiero que esto termine.  Que se rindan de una vez, no tienen nada que hacer.

CHICA UNO: Entonces no te importa que podamos ser más libres, que los  trabajadores tengamos más derechos, que la mujeres podamos votar y educarnos  y…

CHICA DOS: Bah. Todo eso son palabras. Lo cierto es que nos están matando por  culpa de esos rojos.

CHICA UNO: Eso no es así. Ellos son los que están defendiendo el gobierno legítimo. CHICA TRES: (Fuerte.) ¿Queréis dejarlo ya? Estoy harta de oír siempre la misma  disputa. Odio la guerra. Quiero que esto acabe. No me importa quién tenga razón.  Así no se consigue nada. Ni unos ni otros. Deberían llegar a un acuerdo.

(Silencio incómodo y prolongado.)

CHICA UNO: (Mirando a un lateral, fuera del escenario.) Oye, ¿ese no es Manolo, el de  la panadería?

21 Se refiere a durante la Guerra Civil español. Otras escenas de la obra se desarrollan  antes y después.

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CHICA DOS: Sí, tu novio.

CHICA UNO: Ojalá fuera mi novio. Últimamente ni me habla.

CHICA TRES: Le habrá pasado algo. El otro día me lo encontré, le dije hasta luego y  se me quedó mirando como si hubiera visto un fantasma. Me miraba muy fijamente,  totalmente inmóvil y no decía ni mu. Y yo: que soy la Inés, la amiga de la Lola. Y él  nada, así, como ido. Hasta que me harté, le dije, bueno, ahí te quedas, rico. Y sí, ahí  se quedó como una estatua. Mirando hacia donde había estado yo.

CHICA UNO: Pues voy a hablar con él. Le habrá pasado algo. Como pasan tantas  cosas… (Sale. Sus amigas mirarán hacia donde ha salido. Al cabo de unos segundos,  vuelve.) Se ha ido corriendo. Le he dicho hola Manolo. Me ha mirado durante unos  segundos y ha salido corriendo como si le estuviera apuntando con un fusil. Ha  subido las escaleras de dos en dos. No sé qué hacer. Creo que voy a ir a buscarle.

CHICA DOS: Ni se te ocurra. Todavía puede caer alguna bomba. Es pronto. CHICA UNO: ¿Qué creéis que le ha pasado?

CHICA TRES: A lo mejor se le ha muerto alguien. Antes era muy alegre. CHICA DOS: No se perdía un baile el chaval.

CHICA TRES: (A CHICA DOS): ¿Y tú has vuelto a ver al señor de sombrero que te  rondaba?

CHICA DOS: Qué va. Creo que se ha ido al frente. Con lo formal que parecía, me han  dicho que está pegando tiros en la sierra. Ya no quiero saber nada de él. Ahora no te  puedes fiar ni de los que llevan sombrero.

CHICA TRES: Mi tía la monja dice que hay que tener mucho cuidado con los  hombres. Que el diablo se oculta en ellos.

CHICA UNO: Pues si encima de que tenemos miedo a las bombas también tenemos  que temer a los hombres, estamos listas.

CHICA TRES: Pues fíjate en Manolo. Ese sí que parece endemoniado. CHICA UNO: Que te digo que le ha tenido que pasar algo.

CHICA TRES: Habrá sido por estar en pecado, como dice mi tía.

CHICA UNO: Para ser monja parece que tu tía sabe mucho.

CHICA TRES: Ya estás como los rojos, metiéndote con ellas.

CHICA UNO: Que yo no soy ni roja ni na. Pero qué le voy a hacer si me gustan los  chicos.

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CHICA DOS: Anda y a mí. (Mirando hacia el público.) Fíjate ese chico cómo nos mira.  Yo creo que me mira a mí. Porque no es este un lugar apropiado, si no le decía algo.  Bueno, pensándolo mejor, qué más da, aquí no caen bombas. (Se aproxima a la  embocadura.)

CHICA TRES: ¿Qué vas a hacer? No seas loca.

CHICA DOS: Tú calla. Eh, tú. Sí, el de los ojos azules. ¿Qué pasa, que sólo sabes mirar?  (Pausa.) Bueno, otro que se va. ¿Pero qué les pasa a los hombres? CHICA UNO: Que les asustas con tus ímpetus. Siempre te pasa lo mismo. CHICA TRES: Anda, vámonos. Han debido pasar ya los aviones, ya sale la gente. (A  CHICA DOS.) Y tú, ándate con cuidado, que te veo en el infierno.

CHICA DOS: El infierno es esta guerra. (Salen. OSCURO BREVE.)

De La abuela Sol y las Treces Rosas, editado por Sabina Editorial en 2008

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ESCENA 6

(…)

(La escena ha terminado, IRENE y ROSA se levantan, INMA vuelve al escenario22.  Los alumnos aplauden, la PROFESORA de una forma extraña pide silencio.  Parece como ensimismada, ausente o preocupada. Miradas entre los alumnos.)

PROFESORA: Subid los demás, por favor. (Pausa.) No os preocupéis, me ha gustado,  pero no me siento bien.

JORGE: Si quieres lo dejamos para mañana.

PROFESORA: No, subid, os lo ruego.

(ANA, ELENA, ROSA, DAVID y JORGE suben al escenario con cara de extrañeza.)

ROSA: Vamos, a qué esperáis, os hemos dicho que fuera de aquí. Este pueblo es  ahora nuestro.

ELENA: No tenemos a donde ir.

JORGE: ¿Y a nosotros qué nos importa?

DAVID: Dejadnos al menos recoger algo.

ANA: Dad las gracias a que os lleváis la vida.

DAVID: ¿La vida? ¿Qué vida? Nos dejáis sin nada y ahora quemaréis nuestras casas,  como habéis hecho en otros pueblos.

ANA: Esas son las órdenes. (A sus compañeros.) Podríamos dejarles coger algo. ROSA: No. Tenemos prisa. Nos quedan muchas casas que desocupar. ELENA: No sé qué veis de diferente en nosotros.

ROSA: No tenéis nuestra sangre. La nuestra es superior.

ELENA: ¿Qué importa la sangre? Somos seres humanos.

22 Los alumnos y las alumnas están representando escenas que ellos mismos han preparado, primero sobre  la maldad y luego, los mismos hechos, con alguna variación que aporte algún matiz de bondad.

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JORGE: A nosotros también nos expulsaron en otro tiempo.

DAVID: Pero no nosotros.

ROSA: Vamos, ya se ha hablado demasiado.

ELENA: Dejadnos recoger algo de ropa.

ANA: Déjales coger algo.

ROSA: Coged el abrigo y gracias. Y daros prisa, tenemos que seguir con nuestro  trabajo.

DAVID: ¿A esto le llamáis trabajo?

ELENA: Voy a por los abrigos. (Sale.)

(DAVID saca un paquete de tabaco y coge un cigarro que se lleva a la boca.)

ROSA: ¡Tabaco! Trae aquí. (Le quita el paquete y el cigarro que tiene en la boca.) Esto  queda confiscado. (Guarda el tabaco y se coloca uno en la boca, que no enciende.) ANA: ¿Qué te molesta que fume un cigarro?

ROSA: ¿Y tú de dónde has salido? ¿No serás una espía enemiga?

ANA: ¿Por un cigarro me acusas de espía? Lo que pasa es que no tienes ni un poco  de corazón.

JORGE: Venga, dejadlo. Esa parece que tarda mucho.

(ROSA se aproxima al lateral por donde ha salido ELENA y grita.)

ROSA: Como tenga que ir a buscarte, sales con un tiro en la cabeza. ¿Me oyes?  (Regresa ELENA deprisa con los abrigos y una bolsa llena de ropa.)

ELENA: (Con miedo porque ROSA le apunta con su fusil.) Sólo cogía un poco de ropa. DAVID: Salgamos. 

ELENA: Dejamos aquí toda una vida de trabajo. (Se toca la tripa.) ¿Y éste, dónde  nacerá? ¿Qué mundo le espera?

JORGE: Así que guardamos un niño ahí. (Le apunta con el fusil.) Habrá que hacer algo  con él. (DAVID protege con su cuerpo a ELENA.) Sólo pensáis en hacer niños para ser

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más que nosotros y arrebatarnos nuestra tierra. ¿Verdad que es eso? (Grita.) ¿Verdad?

(ANA se sitúa delante de JORGE.)

ANA: ¿Te has vuelto loco? ¿Qué vas a hacer?

(ROSA la empuja y ANA cae al suelo. La apunta con el fusil.)

ROSA: Deberíamos matarte a ti. Esto se lo contaremos al capitán. Venga, vámonos.  (Empuja a DAVID y a ELENA.) Salid de una vez.

DAVID: ¿Qué ganáis siendo tan crueles?

JORGE: ¿Quieres que opine éste? (Le apunta con el fusil.)

ROSA: (Empujándolos una vez más.) Sólo obedecemos.

(La PROFESORA parará con un gesto los aplausos, antes de que estos  comiencen, después de que los actores hayan terminado y regresado al  escenario. Se aleja del grupo de alumnos a algún lugar de la sala. Veremos cómo  se seca las lágrimas con un pañuelo. Silencio prolongado de los alumnos que no  saben qué hacer.)

OSCURO

Fragmento de la obra Más allá del teatro… la vida.

Publicada inicialmente por la editorial CCS en 2004 en el volumen titulado Yo quiero  ser joven, ahora puede leerse en el blog del autor.

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ESCENA SEGUNDA

Cuatro integrantes del CORO arrastran, si es posible, desde el fondo de la sala, a  espaldas del público, a un HOMBRE y una MUJER de edad indeterminada  vestidos con ropas extrañas, propias del siglo al que pertenecen. Se resistirán,  pero serán conducidos hasta el escenario donde aguarda el resto del CORO.

CORO: (Los cuatro que han traído a los detenidos): Aquí está lo que buscábamos. CORIFEO: (Bruscamente.) Se acabó vuestro espionaje, ratas inmundas. HOMBRE: No espiábamos, se lo aseguro.

CORIFEO: (Dándole una patada.) Tú hablarás cuando yo te diga. Llevamos un mes  detrás de vosotros y por fin os tenemos aquí. (Se frota las manos. Da dos palmadas y  el CORO los recoge del suelo, los sienta en dos sillas y les ata las manos y las piernas con  cinturones. Gritos de dolor del HOMBRE y la MUJER al apretarles las correas.) Ahora sí  vais a hablar, ¿verdad?

CORO: (Que se ha situado como en la primera escena custodiando al público.) Ahora  hablarán, revelarán hasta la última palabra que conozcan.

¿Quiénes son, qué hacen entre nosotros?

¿Por qué nos observan?

Sobre todo a nosotros, los jóvenes.

¿Por qué graban lo que hacemos y lo que hablamos?

CORIFEO: (Autoritario.) Vamos, hablad. Hablad de una vez. Empieza tú. (A la MUJER.  Ella mira a su compañero. Él le hace un gesto afirmativo con la cabeza.) CORIFEO: (Gritando.) ¡Vamos!

CORO: ¡Vamos!

MUJER: Venimos de vuestro futuro.

(El CORIFEO la coge del cuello, apretándoselo.)

CORIFEO: ¿Te vas a reír de nosotros?

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CORO: No, no te vas a reír de nosotros.

HOMBRE: Dejad que os contemos. Cuando hayamos terminado haced lo que  queráis.

CORIFEO: Por supuesto que haremos lo que queramos. Por algo tenemos el poder  de lo que pasa aquí, en esta sala.

CORO: Esta sala es nuestra.

Aquí nadie puede decirnos lo que debemos hacer.

CORIFEO: Venga, habla. Pero procura que tu historia sea convincente. No conoces  nuestro poder de destrucción.

CORO: No, no lo conoces.

 Si lo conocieras, querrías desaparecer ahora mismo.

(Ante un gesto agresivo del CORIFEO, ella empieza a hablar.) 

MUJER: No sé por dónde empezar. Tengo miedo. No queremos haceros daño, de  verdad. No podríamos haceros mal alguno. Como os he dicho, venimos de vuestro  futuro. Somos los encargados de una investigación, de un experimento. Resucitar,  mediante nuestros detectores del pasado, historias que nos den una explicación de  cómo pudo ocurrir.

CORIFEO: ¿Ocurrir?

CORO: Hablad claro.

¿Qué ocurrió? 

Hablad.

HOMBRE: El planeta, la Tierra, estuvo a punto de ser destruido por completo. (Risas exageradas del CORIFEO y el CORO.)

MUJER: Los árboles morían, y el mar y los ríos se secaban en algunas zonas y en  otras arrasaban ciudades enteras. Incendios devastadores sembraron la desolación.  El calor se hizo insoportable.

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HOMBRE: Y los seres humanos parecían volverse locos, admiraban la violencia,  consentían la guerra, la pobreza. Construían ingenios de muerte y apenas dedicaban  esfuerzos para remediar los sufrimientos.

MUJER: Y empezaron a quemar los libros, a perseguir a los diferentes, a los que  preferían mirar a los problemas antes que a las grandes pantallas de televisión que  recubrían las cuatro paredes de los salones de las casas. Estas televisiones emitían  programas que nada decían de lo que pasaba. Y poco a poco…

CORIFEO: (Cortándola.) Ya basta. Lleváoslos. Pero antes, contestadme a una  pregunta, ¿por qué grabáis especialmente a los jóvenes?

MUJER: Queremos saber qué pudo llevar a la sociedad a un cambio tan destructivo  y cómo deberíamos actuar si la historia, como es frecuente, vuelve a repetirse. HOMBRE: Nuestros mayores quieren saber qué deben decir a los jóvenes, de  cientos de años después que los vuestros, para que no permitan a sus mayores  pisotear su futuro.

CORIFEO: Mentís, y pagaréis vuestras mentiras.

CORO: (Subiendo al escenario.) Pagaréis por vuestras mentiras.

(El CORO retira al HOMBRE y a la MUJER con violencia.)

CORIFEO: Mañana estudiaremos estas cintas y decidiremos qué hacer con ellas. (Al  público, amenazador.) Y vosotros, quedaos ahí, sentados cómodamente, mirando,  pero no se os ocurra pensar en lo que han dicho esos dos. Pensad en vuestros  programas favoritos, pensad en la publicidad, en vuestras motos y coches que  vuelan rompiendo el infernal silencio de las aves y los peces, pensad en los miles de  millones que podréis ganar si os convertís en estrellas de fútbol, o en modelos, o en  cantantes, o en la inmensa alegría que produce una victoria de vuestro equipo.  Tened cuidado de no pensar en algo ajeno a lo que he dicho porque… (Pausa.)…  Porque nuestros detectores del pensamiento podrían descubrir que estáis  enfermos o que sois diferentes y entonces… (Risas crueles del CORIFEO, que se oyen  reforzadas por otras que provienen de los altavoces y que irán subiendo de volumen  hasta el OSCURO.)

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Fragmento de la obra Volverás a mirarme. 

Como el fragmento anterior fue publicado inicialmente por la editorial CCS en 2004  en el volumen titulado Yo quiero ser joven, ahora puede leerse en el blog del autor.

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Edición: febrero de 2024

Fotografía de portada: representación de mi obra Volverás a mirarme a cargo del Colegio Los  Sauces de Torrelodones (Madrid) en 2008 dirigida por Raquel Abella.

Blog del autor: https://teatrojuvenilmaxidediego.blogspot.com/

Contacto con el autor: mddp61@hotmail.com

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