Los Encartelados


Novela Programa.

Los Encartelados es una obra muy peculiar, porque nos mete de lleno en la última década de la España de Franco y porque el autor, Gonzalo Arias, la pensó como un modo de acción noviolenta para una sociedad democrática, de tal modo que él mismo se convirtió en el principal personaje y actor de la obra. Es la primera de una buena serie de obras sobre noviolencia que le han convertido en un referente imprescindible para conocer los orígenes y desarrollo de la noviolencia en España.

Gonzalo Arias nació en Valladolid en 1926. Pasó su infancia y juventud en Santiago de Compostela y Salamanca, hasta que fue a Valladolid a cursar estudios de derecho. En 1956 se traslada a París, donde trabaja como traductor de la UNESCO. En ese mismo año se casa con Hilde Dietrich, con quien tendría 6 hijos. En Francia toma contacto con las corrientes noviolentas y estudia la vida y obra de Gandhi y de Luther King, que marcaron profundamente su vida. Desde allí sigue con preocupación la vida política española y toma contacto con exiliados.

En 1968 su espíritu inquieto y rebelde le lleva a renunciar a la comodidad de su trabajo de traductor para dedicarse a teorizar y escribir sobre la noviolencia y, a la vez, pasar a la acción. Escribe Los Encartelados y lo publica en Francia en la editorial Ruedo Ibérico. Ese mismo año sale encartelado por la calle Princesa de Madrid pidiendo elecciones libres a la Jefatura del Estado . Apenas pudo recorrer 100 metros, pues fue detenido, acusado y condenado por delito contra las Leyes Fundamentales. En la cárcel de Carabanchel, donde estuvo preso en varias ocasiones, conoció a otros presos políticos, como Marcelino Camacho.

En 1971 participó activamente en la Marcha a pie que desde Ginebra pretendía llegar a Valencia, donde iba a ser juzgado Pepe Beunza por negarse a hacer el servicio militar, considerado el primer objetor de conciencia político. Comenzaron la Marcha en Ginebra siete españoles y un pequeño grupo de otros países, que pronto serían cientos. Unas 800 personas llegaron a la frontera española con Francia. Allí, los españoles fueron detenidos y el resto dispersados por la policía en el puente internacional, por lo que pudieron llegar a Valencia por otro camino. En 1973 publica dos obras importantes de su pensamiento noviolento: La No-violencia:¿tentación o reto? y El proyecto político de la no-violencia.

De nuevo en 1976 Gonzalo Arias fue detenido por denunciar públicamente las torturas policiales, un tema tabú en el gobierno de Arias Navarro. Desde 1973 visita con frecuencia La Linea y Gibraltar, reclamando una rectificación en la política de cierre de la verja que tanto daño hacía a ciudadanos de ambos lados. En 1980 se traslada a vivir desde El Escorial a La Línea, donde, en varias ocasiones es detenido por saltar la verja de Gibraltar como gesto de denuncia y desobediencia. Fruto de su reflexión, experiencia y práctica, publica en 1975 Gibraltareños y gibraltarófagos y, cuatro años después Operación antiverja. Las reflexiones sobre el Golpe de Estado de Tejero le llevaron a publicar otra de sus sobras más conocidas, El Antigolpe. De nuevo, en 1997 se cambia de domicilio y va a vivir a Cortes, (Málaga), donde falleció en 2008 a los 81 años.

Gonzalo se definía a sí mismo como «Aprendiz de noviolento». Sin él , difícilmente se podría comprender el inicio del movimiento de objetores, pues no sólo se implicó en el apoyo a Pepe Beunza sino que participó activamente en la campaña de Voluntariado para el Desarrollo y estuvo cerca del incipiente movimiento de objetores de Madrid desde 1975, apoyando, aconsejando y animando. Desde sus inicios, el encartelamiento fue una seña de identidad del MOC (Movimiento de Objetores de Conciencia) en sus protestas y reivindicaciones.

Aunque la obra de Gonzalo bien merece un estudio en profundidad, resulta especialmente significativa su convicción de la renuncia unilateral a la violencia como medida de supervivencia y de transformación social. Piensa que la violencia justa es un mito que la juventud debe desterrar. Afirma que creer que con la violencia podemos hacer justicia es una trampa que nos mete en la espiral de la violencia. Esperamos poder seguir profundizando en la obra de Gonzalo Arias, mientras tanto, disfrutad esta obra que nos facilita el grupo ELAIA, que conserva el archivo de Gonzalo Arias.