No todos los días hay una noticia tan positiva y esperanzadora como la presentación de la Alianza por el Desarme Nuclear el 23 de mayo en el Ateneo de Madrid. Lo es porque, aunque los medios no lo divulguen y lo amplifiquen, como el riesgo de que un okupa se te meta en casa mientras vas a comprar el pan, la amenaza de una catástrofe nuclear es un riesgo cierto y gravísimo, que tenemos que evitar a toda costa porque pone en jaque a la propia vida en el planeta. Completando el símil, podríamos decir que el militarismo ha okupado el planeta, nos tiene a todas secuestradas, como rehenes y nos ha acostumbrado a pensar que aquí no pasa nada, que está todo controlado. Lo indudable es que mientras existan armas nucleares persiste el riesgo y que sólo su eliminación nos puede aportar seguridad.
Tras la presentación del acto por el presidente de la Sección de Educación del Ateneo, Jaime Ruiz, tomó la palabra Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, destacando la necesidad de legar a las generaciones futuras un mundo en paz, primando el diálogo sobre las armas. Las armas nucleares deben dejar de existir antes de que ya no haya remedio. Carlos Umaña, Premio Noble de la Paz 2017, como miembro de ICAN, resaltó que estamos en el momento de mayor riesgo para una guerra nuclear a gran escala http://(https://www.publico.es/sociedad/carlos-umana-nobel-paz-momento-mayor-riesgo-guerra-nuclear-gran-escala-historia.html) de la historia, detallando las terribles consecuencias, para las personas y el planeta, de un conflicto nuclear. Tica Font, del Centre Delàs, explicó en qué consistió el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, remarcando el derecho que todas las personas tenemos a vivir en un mundo sin la amenaza nuclear. Maribel Hernández, Coordinadora de la Alianza por el Desarme Nuclear destacó que la mayor seguridad nos la da la eliminación de la armas nucleares, su existencia nos aleja de una sociedad de cuidados, de respeto y de noviolencia. Hasta 10 representantes de otras tantas asociaciones fueron desgranando fundados motivos para pertenecer a la Alianza.
El origen de la Alianza por el Desarme Nuclear.
En 2021 algunos de los colectivos que hoy formamos la Alianza, lanzamos la campaña #10RazonesFirmaTPAN para sensibilizar a la opinión pública y a las autoridades sobre la importancia de que España firme el Tratado sobre Prohibición de Armas Nucleares. Se vio la conveniencia de continuar la campaña, con más apoyos y nos encontramos con el importantísimo impulso que nos dio ICAN. Fruto de todo este esfuerzo, se forma la Alianza, con 40 organizaciones de muy distintas sensibilidades y formas de acción, pero todas ellas con el compromiso de trabajar por el Desarme Nuclear y, más concretamente, para que España firme y ratifique el TPAN. Está abierta a la incorporación de personas y colectivos de distintos ámbitos, pues la amenaza es global y la respuesta debe serlo también. Más información en: https://desarmenuclear.org/ y @ADesarmeNuclear
ICAN y el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares (TPAN).
En 2.007 nace ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares). Es la asociación promotora del Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares aprobado en la Asamblea General de Naciones Unidas en junio de 2.017 por 122 votos a favor. Ese mismo año ICAN recibe el Premio Nobel de la Paz. En la actualidad está formado por unas 500 organizaciones de al menos 100 países, entre ellos España. Pese al boicot y presiones de la OTAN y otras potencias nucleares para que no se ratificara, el tratado entró en vigor el 22 de enero de 2021 tras ser ratificado por 50 estados. Prohíbe el uso, el desarrollo, el ensayo, la producción, la adquisición, la posesión y el almacenamiento de armas nucleares. También es ilegal ayudar, alentar o inducir de cualquier manera a nadie a realizar cualquier actividad prohibida en el tratado. Pese a las gestiones que miembros de ICAN han realizado con parlamentarios españoles y la buena voluntad de algunos, no hay ningún compromiso para que España lo firme, pues supondría la prohibición de hecho de que las bases americanas en España albergaran o transitara por ellas material nuclear.
Del Desarme a la Desmilitarización
La campaña por el desarme nuclear tiene en si misma sentido y confiamos en que, más pronto que tarde, la población esté concienciada sobre el peligro e inseguridad que nos dan las armas de destrucción masiva, para exigir a nuestros gobernantes la firma, poniendo por delante la seguridad de la población y no la dependencia tóxica de potencias extranjeras. Sin embargo, para quienes aspiramos a algo más que sobrevivir, deberíamos ir un poco más allá exigiendo un mundo habitable para todas las formas de vida, en una naturaleza amada y protegida. Un mundo en el que valga la pena vivir, poniendo la vida en el centro, desde la solidaridad, la cooperación, el apoyo mutuo y los cuidados como valores vertebradores de una nueva realidad. Desde la bondad que suele caracterizar a las personas y las protestas pacifistas hemos dedicado a veces demasiado tiempo en mostrar y querer eliminar los excesos del militarismo: prohibición de armas químicas, biológicas, bombas de racimo, de fósforo blanco, minas antipersona…y en apariencia lo hemos conseguido, aunque los gobiernos no dejan de investigar y fabricar esas mismas armas u otras similares capaces de matar y destruir de forma masiva y atroz. Las acusaciones de utilizar armas prohibidas forman parte del macabro juego de la guerra y su propaganda, donde se saltan todas las normas de civismo y convivencia, donde todo vale para demonizar al «enemigo» y donde todo está permitido si nos acerca a la victoria. En ocasiones los programas de reducción de armamento que los gobiernos nos presentan como gestos de paz y buena voluntad no son otra cosa que maniobras para modernizar arsenales y tranquilizar conciencias sensibles.
¿Somos los pacifistas los jardineros del militarismo? Hemos dedicado demasiado tiempo a podar las ramas más crueles y visibles del militarismo facilitándole una apariencia equilibrada, y el desarrollo de profundas raíces en la sociedad. Necesitamos dedicar más esfuerzos a cortar las raíces del militarismo que, aun con su cara más amable, amenaza la vida. No es sólo pernicioso cuando en la guerra se producen violaciones sistemáticas de derechos humanos, matanzas de inocentes, o saqueos sistemáticos. Son los propios valores del militarismo, la manera de entender la seguridad, las relaciones humanas, las relaciones de poder, las que nos alejan de una vida digna. Hace más de 100 años que la Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) proclamó que «La guerra es un crimen contra la humanidad», desde entonces, no ha habido ninguna guerra en la que sistemáticamente no se cometieran crímenes y sin embargo seguimos preparando guerras, adiestrando a la juventud para matar, invirtiendo enormes cantidades de dinero en preparar la siguientes guerras. Vivimos inmersos en una cultura que ha militarizado nuestras mentes y no somos conscientes de ello. Cada euro invertido en lo militar nos aleja de los cuidados del planeta, es un euro menos para la seguridad humana y uno más para la dominación, el sometimiento y la guerra. Militarismo y machismo son dos caras del mismo patriarcado, no podemos combatir uno si alimentamos el otro. Frente a este paradigma de dominación-violencia tenemos el reto de articular un paradigma de cooperación-noviolencia que ofrezca una alternativa global, desde quienes creemos que otro mundo es posible y estamos ya trabajando en él.