1.- Estamos profundamente insatisfechos. Desde nuestra perspectiva de cooperación noviolenta y antimilitarista no hay opciones que nos representen en estas elecciones. La guerra en Ucrania y sus consecuencias solo aparecen de soslayo en los programas y debates electorales, cuando afectan tan gravemente al empobrecimiento de la población, deterioran nuestro sistema democrático al tomar decisiones tan graves como participar en la guerra e
incrementar el gasto militar sin pasar por el parlamento, o hundirnos en la sumisión europea a las decisiones de EEUU. A pesar de las escuchas, diálogos y debates, la militarización y el sometimiento a la OTAN se reafirma e incrementa, con mayor presupuesto y envío de armamento, con más soldados enviados a los Grupos de Combate de Rumanía y Eslovaquia, y ningún planteamiento serio de apoyo al alto al fuego y la negociación. Lamentamos profundamente el planteamiento de SUMAR en su programa electoral, ese “continuaremos con la solidaridad integral con Ucrania”(pág. 138 de su Programa Electoral), y las grandes palabras bonitas, cuando en realidad se acaba con el rechazo al envío de armamento que hacían algunos de los componentes de este nuevo partido, como Podemos o una parte de IU. O el programa del PSOE, “seguiremos apoyando a Ucrania en su defensa de la paz, la libertad y su soberanía e integridad territorial. Y trabajaremos para lograr la paz” (pág. 251 de su Programa Electoral)
Son evidentes las incoherencias que suponen los grandes planes de lucha contra el cambio climático, como la “Internacional Climática” o la “Agenda Verde, y el abordar con valentía la emergencia climática” de los programas, frente a la destrucción y contaminación por miles de bombas, el consumo sin control de carburantes y energía, las inundaciones, el minado de territorios…
Es vergonzante cómo se trata de engañar a la población, y cómo no se atreven a asumir públicamente la participación descarnada en la guerra, con eufemismos y juegos de palabras. El programa del PSOE no menciona la palabra OTAN, siempre habla de socios o compromisos internacionales, o de “actualización de capacidades” de la Fuerzas Armadas, para no hablar de armas. También SUMAR con su “solidaridad integral” con Ucrania. E incluso ERC, que despliega una denuncia extraordinaria del ejército y el incremento del gasto militar, con datos tan visuales como que “3 de cada 10 € de los presupuestos del Gobierno Español van destinados a matar”, pero que plantea “impedir la exportación armamentística a Ucrania si existiera un riesgo de que puedan usarse para cometer o facilitar violaciones graves de Derecho Internacional de Derechos Humanos” (pág.30 de su Programa Electoral) Por cierto, el Bloque (BNG) es casi el único partido que, dentro de su denuncia del militarismo, plantea claramente una neutralidad activa frente a la guerra y habla del “cese al envío de armamento a Ucrania” (pág. 66 de su Programa Electoral) y de reforzar el envío de material humanitario. EH-Bildu se centra en planteamientos territoriales y no menciona esta temática, aunque sí ha expresado su rechazo con anterioridad.
2.- En algunos programas aparecen, sin embargo, planteamientos que apuntan hacia la desmilitarización, la transformación de lo militar en civil, como es la desmilitarización de la Guardia Civil, la creación de una fuerza civil ecológica, la creación de una unidad de mediación de los conflictos en el Ministerio de Exteriores, o la firma del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares por el Estado Español. Ver la crítica contundente de Esquerra Republicana de
Catalunya al ejército español, a sus presupuestos, a la venta de armamento, a la militarización de la cultura, etc, es un avance significativo frente al ominoso ocultamiento de información parlamentaria y periodística sobre esta temática.
3.- Se pretende hacer ver como si la defensa y seguridad fueran un capítulo más, como la sanidad o los trasportes, que pudiera tratarse aparte, y que haya que dejarla en manos de una élite de expertos, de los que saben. Pero nuestros mayores problemas, enmarcados en una gravísima desigualdad (trabajo, vivienda, pobreza, salarios, …) y en el emergencia climática, dependen directamente de la prioridad que se da al gasto militar y su poderosa y rentable industria armamentista, que causa tanta destrucción y sufrimiento, a la vez que detrae los recursos para afrontar esos problemas y desigualdades. Ofertas como la del PSOE, justificando todo el paquete militarista y liderando esta versión parcial de pensamiento único y unilateral, con su expresión de “la guerra de Putin”, nos avergüenza profundamente. Y aún tienen el cinismo de presentar la industria militar como creadora de bienestar, por su carácter dual, y por crear “miles de puestos de trabajo”.
4.- La seguridad humana y la defensa de la vida, la convivencia, los derechos y la naturaleza, esto que está apuntado en la Agenda 2030 y que casi todos defienden, está hipotecada por el militarismo. Es preocupante constatar que la abstención pueda convertirse en la opción mayoritaria. Es un grave riesgo para una democracia que arrastra un merecido descrédito por la corrupción, la insoportable parcialidad de la justicia, el poder no elegido de empresarios y grandes fortunas que crean y derriban partidos, las cloacas del estado que ensucian de podredumbre y privilegio lo que tocan, el uso desvergonzado de la mentira y la manipulación en la pugna política o la complicidad de los medios de comunicación, en manos de grandes corporaciones, con capacidad para desorientar a la opinión pública e inclinar la balanza a las opciones políticas que favorecerán su cuenta de resultados y su ideología, en una escandalosa vulneración del principio de adhesión a la verdad que debería regir la acción del periodismo.
Aunque habría razones para una abstención activa en estas elecciones, reclamando una reforma electoral, problemas de listas y representación, igual valor de cada voto, etc, nos encontramos ante un riesgo importante de pérdida de derechos, libertades y valores democráticos que hay que defender. Por eso creemos que tiene sentido votar, a las pocas opciones con aire progresista. Un voto útil, defensivo, pero que no legitima estos programas belicistas.
Somos conscientes de que no todos los partidos son iguales. Pero echamos en falta programas que afronten con valentía y coherencia los grandes retos que tenemos, no solo como estado sino también como humanidad: abordar la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad, la soberanía alimentaria y una transición energética justa. Reducir sustancialmente las desigualdades que hacen que el 1% de la población mundial más rico consuma, contamine y posea tanta riqueza como el 50% de la población más pobre, garantizando una vida digna para todas las personas. Superar el militarismo en todas sus dimensiones: desmilitarización de las mentes, la cultura, la economía, los territorios, las instituciones, la industria, la investigación… conscientes de que si no somos capaces de desmilitarizar la defensa, civilizarla y reorientar los inmensos recursos que consume hacia las verdaderas necesidades humanas y el cuidado del planeta, su propia dinámica de dominación y violencia acabará hipotecando la vida sobre la Tierra.
Reclamamos programas ilusionantes de transformación profunda, orientados no solo a ganar las elecciones sino a construir un futuro de bienestar, convivencia , equidad y desmilitarización.
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